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Lluvia

David me había sorprendido fervientemente, jamás imaginé que fuese tan sensible al tema muerte aunque algo desde que le conocí me decía que alguna cosa horrible debió pasarle en su pasado, aquella tarde en la biblioteca también habló de la muerte como un fin justificado, algo que pasaría sí o sí y lo demás no importaba. Quizás tenía algo de razón. Cuando sabemos que pronto pasará algo que no podemos remediar nada de lo anterior es importante, sólo lo que ocurre luego de tal suceso. Toda personalidad tiene un por qué y apenas descubría el suyo. Actuamos como creemos que es correcto según lo que vivimos, ninguna vida es igual y por eso somos tan distintos.

Para cuando regresé a casa mi padre y madre observaban mi llegada con manos cruzadas sobre el pecho y caras de póker… esas  eran las caras del castigo eminente. Desde chica fui castigada duramente por cada nimiedad que hiciera fuera del régimen Sampson, mamá era bastante flexible solo que papá dominaba sus emociones de tal forma que la hacía estar de acuerdo con sus imperiosas reglas.
­ ¿Estas son horas de llegar?
­ Ingresa inmediatamente a tu cuarto y no salgas hasta que yo decida que puedes hacerlo.
Y si, esa era el tipo de orden que siempre recibía de mi padre y que él esperaba que cumpliera. No me extraña que sea tan rebelde.
Había salido solo a dar un paseo, respirar libremente y resulta que merezco un castigo por ello.
La mayoría de mis acciones iban condicionadas, necesitaba molestarlos, dejar de ser sumisa. David tenía razón después de todo, quizás mi fachada de chica básica no era más que una mentira, pero, ¿Qué más podría hacer? Sólo sabía ser de esta manera, la vida me había obligado a ser de esta manera.
La ira comenzó a emerger en mí desde lo más profundo hasta el exterior. No aguantaba las órdenes, ya no más. Ese era un sentimiento con el que tuve que lidiar por largos años, el único que lograba recordar y ahora que sentía que reprimirlo estaba mal, surgía con frecuencia por cualquier estupidez.
Recordé la mañana en que golpeé a David. No merecía todo aquel enojo, incluso hoy, no merecía ser atacado tan ferozmente por una ideología que había adquirido según me habían enseñado mis libros. Sin querer  fui cruel, imagino que le tuvo que pasar algo muy grave en el pasado que lo hizo reaccionar así, que le impide ser normal, incluso si lo normal no fuese una característica suya, le impide al menos vivir sin dolor.
¿Por qué el pasado nos atormenta tanto?
Es irremediable, indeleble, y por mucho que lo recordemos jamás volveremos a él. Es irracional seguir pensándolo. Es doloroso aferrarse.
¿Qué habrá ocurrido contigo David? ¿Por qué veo en tus ojos un ardor inmenso?



­ ¿Quién es?
Grito a la puerta después de un toque.
- Soy yo, hija. ¿Puedo pasar?
- Pasa, mamá.
Abre la puerta y toma asiento a mi lado.
- Quedarte sin cenar no solucionará nada, a tu padre ni siquiera le importa. Sabe que en cualquier momento te escurrirás por la cocina para comer algo. ¿Esta es tu forma de vengarte?
- En realidad no, no bajé porque no tengo ánimos de seguir aguantando órdenes ni caras adustas.
- Lluvia, tienes que ser más comprensiva, todo lo que hacemos es pensando en tu bien.
- ¿Mi bien? ¿Hablas del colegio al que me quieren hacer ir?
- ¿Y si te digo que no será obligatorio?
- ¿Qué?
- Hablé con tu padre y accedió a olvidar el asunto mientras demuestres que puedes mejorar tus notas y comportamiento.
- ¿Qué tiene de malo mi comportamiento?
- Lluvia por dios, sales sin avisar, regresas a las tantas, nos llaman del instituto…
- Vale, vale, gracias por convencerlo, trataré de mejorar.
- ¡Esa es mi niña!
Besa mi frente con una sonrisa y se retira de mi cuarto.



- Entonces te quedas.
- Sí, pero ya no podré regresar tarde, ni fugarme de clases, ni todas esas cosas que te ayudo a hacer.
- Tendrás que ser una estudiante modelo ahora, Vi.
- No exageres, Lu, mientras que no se enteren todo estará bien.
- Tus padres están locos si piensan que podrán dominarte.
Reímos al unísono y me desvío a la biblioteca.
Esperé encontrar a David sentado en mitad del pasillo con algún libro inimaginable pero no, ni siquiera estaba allí.
¿Le habrá pasado algo?
Después de limpiar y acomodar algunos tomos, corrí a la oficina de Haddad esperando obtener una respuesta pero sólo dijo que había faltado a clases hoy, que llamó diciendo que no se sentía bien.
El corazón por algún motivo se me estrujó al pensar que pudiera ser yo la causante de su mal.
¿Acaso moví tan ferozmente sus sentimientos?
Respiré hondo tratando de calmar mis apresurados pensamientos.
- Ese es un gran suspiro, Vi. ¿Será por mí?
- ¿No que te sabías el significado de cada uno de mis suspiros?
- Exactamente. Ese es justo un suspiro por algo o alguien que te importa.
- ¿Y supones que es por ti? ¡Pero qué valor!
- Sé que aún te gusto.
Río ante su desequilibrado comentario.
- ¿Es que podrías ser más narcisista?
- Podría intentarlo.
Bufo por lo bajo y me dirijo fuera del instituto.



Lluvia [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora