𝐕 ⚠

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⚠ᴬᵈᵛᵉᵗᵉⁿᶜⁱᵃ ᵈᵉ ᶜᵒᵗᵉⁿⁱᵈᵒ⚠

𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 5
𝔉𝔞𝔫𝔱𝔞𝔰𝔦́𝔞.


El hombre despertó sobresaltado, una sensación de pesadez se extendía por todo su cuerpo, inmovilizándolo. Intentó parpadear, despejar la bruma de sueño que aún nublaba su mente, pero la visión que encontró lo golpeó como un martillo: el omega estaba sobre él, su piel apenas cubierta por una prenda que revelaba más de lo que ocultaba.

Su mente, aún enredada en la confusión, trabajando para comprender lo que estaba viendo.

Las mejillas del omega estaban enrojecidas. Su pecho subía y bajaba en un ritmo errático, casi desesperado, y el aire en la habitación estaba impregnado con sus feromonas, un aroma embriagador que se iba impregnado en su cuerpo, llenando los pulmones de Alekzandr con esa esencia dulzona.

Quiso hablar, pero su boca no respondía. Algo no estaba bien. Intentó mover sus brazos, levantar una mano, pero sus músculos no le obedecían. La sensación de impotencia lo golpeó fuerte. ¿Qué demonios estaba sucediendo? ¿Había sido drogado?

La sospecha atravesó su mente. Si ese omega estaba conspirando contra él, si formaba parte de algún plan, no tendría piedad. No importaba cuán dulce fuera su aroma o cuán atractivo se viera, lo mataría con sus propias manos.

Pero toda esa furia quedó suspendida en el aire cuando el omega, con un gesto deliberado y provocador, se inclinó hacia adelante. Sus labios se acercaron a los de Alekzandr, rozando su piel con una suavidad. El aliento cálido del omega tocó su cuello. Él susurró algo apenas audible, entre gemido y jadeo, mientras sus manos comenzaban a explorar el torso desnudo del alfa. Sus manos eran suaves, cálidas. Lo miró con esos ojos llenos de perversión, sus labios curvándose en una sonrisa. Las piernas del omega a ambos lados de su cintura lo mantenían firmemente atrapado, y cada vez que su cuerpo se movía, la fricción sobre la erección de Alekzandr incrementaba.

El omega bajó lentamente, sus labios descendían por los pectorales del alfa, besando hasta llegar a su entrepierna. El alfa no podía hacer nada más que observar cómo ese maldito omega le miraba desde abajo, con una expresión que mezclaba inocencia con una maldad juguetona, antes de dejar que su lengua rozara el bulto bajo la tela de su ropa interior. El omega se detuvo, levantando la mirada hacia él. Sus manos pequeñas en comparación se deslizaron por los muslos del alfa hasta llegar al bulto, que ahora latía con una intensidad. Los dedos del omega comenzaron a masajearlo a través de la tela, y sus movimientos, aunque fueran delicados, lo hacían sentir como si estuviera a punto de explotar. El alfa seguro de que eran los efectos de algún afrodisíaco.

El omega se inclinó de nuevo, besando el bulto que ahora palpitaba bajo su mano, sus labios besando la punta húmeda. Se detuvo un momento, sus ojos brillaron mientras contemplaba el miembro erecto frente a él. Había deseo en su mirada, como si estuviera esperando ello por mucho tiempo. Su mano recorrió la erección de Alexander, sus dedos envolviendo la dureza en toda su longitud, continuó así por un tiempo. Hasta que finalmente envolvió la erección con sus labios.

El alfa, paralizado pero cada vez más consciente de cada sensación, sintió la lengua de Su Jin recorrer la longitud de su erección. El Omega envolvió parte del pene que no entró en su boca con su mano, sus dedos delgados rodeando la dureza con habilidad.

Sentía inmenso placer. Ya sea culpa de un afrodisíaco o las feeomonas del Omega dominante que actuaban sobre su cuerpo; Alekzandr deseaba firmemente aferrarse a la cabeza del omega, tirarlo hacia abajo con brutalidad, sentir esos labios cerrándose alrededor de él con fuerza, su lengua presionando cada vena palpitante de su erección. Pero se sentía atrapado en su propio cuerpo. Su mandíbula se tensaba mientras su respiración se hacía más pesada, pero su cuerpo no respondía.

Cautivos del Destino. (YAOI | TÓXICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora