𝐗𝐈𝐈𝐈 ⚠

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CAPÍTULO 13:
Prohibido. ⚠






⚠ᴬᵈᵛᵉᵗᵉⁿᶜⁱᵃ ᵈᵉ ᶜᵒᵗᵉⁿⁱᵈᵒ⚠



El dolor era punzante, como millones de agujas afiladas que le perforaban la piel.

Existe un fuego ardiente en su interior, una necesidad que lo consume desde dentro hacia fuera. Sus piernas tiemblan, sus manos se aferran a cualquier cosa que pueda sostenerlo.

Siente también, cómo su cuerpo se humedece, sus piernas se empapan con el calor de su deseo, con el líquido que fluye sin control.

Quiere tener intimidad, lo necesita.

Es una paradoja tan cruel.

Es un anhelo muy perverso porque; quiere ser poseído. Tomado con fuerza y tanta pasión, pero al mismo tiempo teme al dolor, dolor que sabe que acompañará a cualquier contacto.

Sus lágrimas son saladas y llegan hasta su mentón.

Quiere, Dios, cómo quiere satisfacer ese deseo caliente.

Su-Jin sentía el temblor en todo su ser mientras se tambaleaba hacia el baño, sus piernas temblaban tanto que amenazaba con hacerlo caer en cualquier momento. Casi tropezando, logró alcanzar la puerta cerrándola tras de sí con un golpe suave.

Una vez dentro, las luces se encendieron automáticamente. Su ropa se sentía áspera, una capa de tela que solo servía para aumentar su incomodidad, así que se deshizo de ella con movimientos bruscos y rápidos.

Se alejó de la puerta con la respiración agitada. Observó la bañera y con manos temblorosas dejó correr el agua fría, oyendo el sonido del agua en el espacio.

La bañera se lleno casi hasta desbordarse. Vacilando un poco, se sumergió en el agua fría, sintiendo el choque de temperatura, lo hizo jadear.

Las gotas resbalaban por su piel, delineando su hermosa anatomía. Pese al frío que lo rodeaba, la excitación aún persistía.

Las lágrimas en sus ojos amenazaban con desbordarse mientras se sumergía más profundamente en el agua fría. Su pecho desnudo se elevaba y descendía con respiraciones agitadas, saco sus manos del agua y cubriendo sus ojos con desesperación, intentaba ahogar el torrente de deseos pecaminosos que surgían.

No estaba funcionando.

Un gemido escapó de sus labios, segundos después se mordió el labio inferior con fuerza.

Sabía lo que tenía que hacer, no había otra opción. La necesidad de alivio era tan intensa que apenas podía soportarlo.

Con manos temblorosas, se deslizó hacia abajo en la bañera, sumergiéndose más completamente en el agua helada. Cerró los ojos con fuerza, su respiración volviéndose más agitada.

Lentamente, comenzó a acariciarse, explorando su cuerpo con temblores. Sus labios se entreabrían en gemidos suaves mientras su cuerpo respondía al toque tentador de sus propias manos.













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El aroma a alcohol llenaba la habitación, mezclándose con el sutil perfume de la madera y el cuero.

Mikhail se había instalado en el sofá, su postura erguida y su mirada fija en los documentos que tenía delante, mientras que Alekzandr ocupaba el sillón frente a él con una actitud de superioridad evidente. El aroma a vodka llenaba el aire, una botella sobre la mesa de centro junto a dos copas.

Cautivos del Destino. (YAOI | TÓXICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora