𝐕𝐈

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𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 6:
ᏢႮᎬΝͲᎬ ᎠᎬᏞ ᎠᎬՏͲᏆΝϴ.


El silencio en la habitación estaba roto por el constante golpeteo de los dedos de Sergéy sobre el brazo de la silla. Nikolái, su hijo mayor, estaba absorto en su celular.

¿Por qué no habían llegado todavía?

La costumbre decía que tras la boda, el desayuno en familia servía para oficializar el matrimonio, y en este caso, para presentar al omega, ese omega desconocido, a todos.

Nikolái miró el reloj, imitando a Sergey, aunque en realidad le daba igual si se dignaban a aparecer o no. No estaba para nada de acuerdo con la boda, pero ¿qué podía hacer si su padre ya había hecho todo a su antojo? Además, Alexander no parecía oponerse con fervor. A diferencia de su hermano menor, que parecía estar dispuesto a seguir los pasos de su abuelo y mantener el poder y la riqueza de la familia, Nikoláy se había distanciado de ese camino. La verdad, prefería vivir su vida más tranquilamente, vivir sin la presión constante que eso implicaba.

Tras veinte minutos, vieron el destello de un carro acercándose a la entrada, seguido de dos más. Sergey se levantó de inmediato, y Nik vió cómo un destello de alivio cruzaba por su rostro. Nikolái guardó el celular con calma. Observó a Alekzandr y a su nuevo esposo bajar del auto, con una parsimonia que parecía un insulto. Como si llegar tarde a su propio desayuno post-boda no fuera suficiente para su  padre, la noche anterior Alekzandr desapareció sin previo aviso, dejándolo en ridículo frente a todos los invitados.

...


Las risitas y susurros llenaban el ambiente, asfixiándolo, estrujando cada pedazo de confianza que le quedaba. No había ni un solo resquicio donde escapar de los ojos críticos de la familia de Alexander. Sentía sus propias inseguridades al desnudo, abiertas y expuestas. Respiró hondo, apenas murmurando: "Alex, ya regreso," dijo.

Alexander lo miró. "¿Estás bien? ¿A dónde vas?", preguntó, sin soltarlo con la mirada.

"A los servicios. Solo necesito un momento," mintió, intentando sonar convincente.

Alexander extendió la mano para tocar su hombro. "Vamos, te acompaño."

"No, no. No te preocupes, estoy bien," se soltó Su-Jin rápidamente, casi escapando. Se alejó con prisa, apenas sintiendo sus pasos hasta llegar al baño. Se detuvo frente al espejo, mirando su reflejo, buscó la fuente de todos esos juicios. ¿Por qué lo miraban así? ¿Por qué se sentía como un bicho raro entre todos ellos? Se pasó las manos por la cara, tratando de calmarse. No había nada fuera de lugar. Respiró profundo y salió del baño, solo para encontrarse con Alexander esperándolo fuera, su expresión endurecida y los ojos fijos en él.

"¿Te han dicho algo que te ofendiera?" preguntó Alex, directo. "¿Por qué actúas como un ratón asustado?"

Su-Jin negó rápidamente, mientras su pecho se apretaba con vergüenza. "No, no, ellos no hicieron nada."

Alexander guardó silencio, sus ojos recorriéndolo con escrutinio. "¿Entonces? ¿Por qué huyes?" Insistió. Su-Jin no tenía palabras para explicar lo que sentía. Los ojos de Alexander se clavaron en los suyos, duros pero curiosamente intensos, buscando una verdad que él no lograba articular. El juicio de cada mirada de aquella familia se sentía tan pesada que el aire apenas pasaba por su garganta.

Alexander suspiró, arrastrando una mano por su propio rostro con exasperación. "Escúchame bien," comenzó. "Mi "querida familia", son buitres. Y tú pareces un ratón." Su-Jin abrió la boca para responder, pero la cerró al instante. Alex se le acercó. Podía oler el aroma de su colonia, oír el tono grave de su voz... Su Jin sintió que sus rodillas casi fallaban. El alfa alzó una mano, colocando un dedo bajo su barbilla y obligándolo a mantener la mirada arriba. No soltó su mentón, forzándolo a mirarlo directamente a los ojos. "Esta es tu familia por ahora, Su-Jin. Vas a tener que acostumbrarte."

Cautivos del Destino. (YAOI | TÓXICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora