𝐗𝐈𝐕 ⚠

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⚠ CAPÍTULO 14:
Impureza.


⚠ᴬᵈᵛᵉᵗᵉⁿᶜⁱᵃ ᵈᵉ ᶜᵒᵗᵉⁿⁱᵈᵒ⚠

Exhausto, con los ojos fijos en las presentaciones que se desplegaban en la pantalla frente a él.

Estaba en otro país, en otra zona horaria, y el agotamiento le pesaba como una roca. Ni siquiera entendía completamente lo que le estaban hablando sobre el proyecto, su mente solo podía pensar en una cosa: dormir.

Cada palabra que salía de la boca del interlocutor sonaba distante, parecía envuelta en una "neblina" que impedía que llegara claramente a su cerebro fatigado. Sus párpados pesaban, y luchaba contra el impulso abrumador de cerrar los ojos y dejarse llevar por el sueño que lo llamaba con insistencia.

Sin embargo, el celular de Alexander vibró de repente sobre la mesa, rompiendo la tranquilidad de la sala de reuniones. Sobresaltado, se puso alerta de inmediato. Las miradas de sus colegas se posaron sobre él, y un velo de incomodidad se extendió por el ambiente mientras se disculpaba y se retiraba un momento para atender la llamada.

¿Qué podía ser tan urgente como para llamarlo en medio de una reunión "importante"?

Se preparaba mentalmente para descargar su ira sobre Dariya por interrumpirlo de esa manera, pero cuando escuchó la noticia que ella tenía para decirle, todo cambió.

No necesitaba escuchar todas las palabras para entender lo que estaba sucediendo.

Dejó todo, abandonó la reunión sin mirar atrás, recogiendo apresuradamente sus pertenencias más importantes.

La mera idea del Omega revolcándose con otro hombre lo sumía en un estado de paranoia. Era incapaz de tolerar la idea de que alguien más pudiera siquiera acercarse a ese omega, a su posesión más preciada.

Que era mentira, quería creer.

Era imposible, se decía.

No fue hasta que lo vió él mismo, que lo creyó.

Estaba sucediendo.

Y era real.

Tan real como su furia misma.

Mikhail, insolente, no se apartó de su marido ni siquiera cuando el Alpha dominante entró en la habitación. En cambio, le regaló un último beso al omega, como si desafiara abiertamente la autoridad de Alexander. Con desdén, se levantó de la cama, dejando a Su-Jin jadeante mientras caminaba hacia la puerta.

Los ojos de Alexander se encontraron con los de Mikhail, y en ese momento, pudo ver el brillo malicioso en ellos.

Los colmillos de Mikhail asomaban, marcando su posición desafiante. Rápidamente apartó la mirada hacia su esposo y confirmó su terrible situación.

Su-Jin, en la cama, estaba enrojecido y con los labios teñidos de rojo. También había una marca de permanencia, estaba al otro lado de la marca de Alexander, la que hizo un dia atrás.

Su-Jin tragó saliva, sus mejillas ardiendo de vergüenza. Intentó balbucear algo, pero simplemente las palabras no salían.

Los ojos del alfa dominante destilaban furia y desprecio hacia ambos.

Cautivos del Destino. (YAOI | TÓXICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora