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Había regresado a casa algo desconcertado, de pronto había conocido un rostro nuevo que al mismo tiempo era un asistente de clases que nunca había pedido ni pensado tener, Minho dejó su bolso sobre la pequeña mesa de madera y comenzó a quitarse la camisa para lavarla en el lavamanos, su gato apareció de inmediato rosando su cola contra sus piernas, caminando entre ellas jugueteando en busca de atención.

Pero su amo estaba muy perdido en sus pensamientos mientras refregava bien el cuello, las mangas y la parte de las axilas, no reparó en la fuerza que hacía en el intento de procesar lo sucedido, hasta que finalmente dió por concluido el lavado y comenzó a estrujarla, dejando que un poco de agua salpicara sobre su abdomen y escuchó las patas de su gato correr saliendo del baño, al parecer lo había mojado también.

"Lo siento"

Se disculpó mientras colgaba la camisa en la varilla donde se situaba la cortina de la ducha, salió del baño y terminó de cambiarse el resto de la ropa, cuando estuvo listo comenzó a buscar la comida de su gato, regañandose internamente por no haberlo hecho antes. Se sentó a su lado y lo vió alimentarse por un rato, hasta que comenzó a buscar cariño nuevamente.

Lo tomó entre sus brazos y caminando hacia el piano lo posicionó en su regazo, Minho respiró ondo y profundo cerrando los ojos intentando mantener su mente en blanco, no era tan difícil después de todo, y cuando los abrió miró a su hogar.

Las pocas cosas que tenía estaban frente a él, la madera vieja del piso y las cortinas desteñidas por el sol, la mesa individual que casi nunca utilizaba ya que el hambre no llegaba a su cuerpo tan fácilmente y el sofá antiguo en el que solía tomar siestas su padre.

Suspiró sabiendo exactamente qué tocar y sus dedos se deslizaron con suavidad por las teclas del piano, sus ojos cerrados nuevamente relataban la canción que transmitían sus dedos, el piano lloraba una vez más y el gato saltó hacia la parte superior del instrumento, sentándose y mirando al hombre concentrado frente a él.

La deuda estaba saldada por hoy, la pieza musical diaria estaba siendo reproducida aunque se tratara de una melodía triste otra vez, qué más podría tocar ahora si su realidad no era la más bella de todas.

Tocar le recordaba a su padre, que sonreía mientras veía a su esposa bailar con su pequeño hijo, al ver esas imágenes escondidas en su memoria, lograba sentir un pequeño calor en el pecho y cuando no podía más con aquella sensación, terminaba la pieza.

Se levantaba y cerraba la tapa del piano de cola, caminaba hacia la cocina y se preparaba un café caliente para procegir con la tarea de pensar en su clase de mañana, su mano llegó a sus cabellos recordando la cara del joven que volvería a ver al día siguiente y corrió hacia el baño apresurado.

La taza de café quedó sola en la cocina mientras él aplicaba crema de afeitar bajo su nariz y mentón, sintió el frío de las baldosas bajo sus pies descalzos mientras tomaba la máquina de afeitar, girando su cabeza para pasarla con cuidado por su rostro, hace unos días que no lo hacía y quería verse aunque sea un poco presentable frente a él.

Los accidentes siempre pasan y una pequeña cortadura quedó en su mentón en el lado izquierdo de su cara, cerró los ojos ante el ardor y cortó un poco de papel para ponerlo sobre la herida, vió como se manchaba de rojo y terminó de limpiar su cara, secando con cuidado el área revisando si no tenía alguna otra herida escondida.

De pronto el café volvió a su mente y caminó desganado a la cocina, afeitarse le había tomado el tiempo suficiente para que ahora su bebida estuviera completamente fría, terminó por botarla y lavando la taza. No sabía porqué siempre concluía los días siendo un completo miserable, pero parecía hacerlo bastante bien.

Until The Last Note | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora