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Debía aceptar que las clases junto a él eran más interesantes, Minho estaba haciendo un buen esfuerzo para llegar a tiempo en las mañanas, Jisung siempre estaba temprano en el recinto, tal vez vivía cerca y le tomaba menos tiempo el trayecto, o al menos eso quería creer, su rostro siempre brillaba como si nunca existieran los días malos, eso le transmitía una energía extraña y sus ánimos subían lentamente con su compañía.

Minho comenzaba a acostumbrarse a verlo caminar por entremedio de los pupitres vigilando a los alumnos, nunca pensó que sería de gran ayuda tener un asistente, el joven se quedaba en la parte de atrás y lo miraba atento mientras explicaba las lecciones, hacía preguntas complementarias y también intentaba dar ejemplos, sin duda sus experiencias eran las intervenciones más divertidas, él también solía reír bastante y comenzaba a tomarle el gusto a ese agradable sonido.

Luego de las clases caminaban juntos a paso lento, Jisung a veces parecía esforzarse mucho dando temas de conversación, de alguna forma Minho intentaba seguirle el paso, realmente no era bueno con las palabras y mucho menos manteniendo conversaciones fluidas, aún así el camino siempre se les hacía grato, hasta llegar a una esquina en la que lastimosamente debían separarse.

Minho se dirigía hacia los barrios bajos, mientras que Jisung subía en la escala de clases sociales, ni el profesor ni su ayudante querían hablar sobre eso, mucho menos querían pensarlo, pero en medio de una sociedad clasista era un poco difícil evitarlo.

Ser ciegos y sordos era la mejor alternativa para mantener una relación sana, o al menos para ellos el trabajar juntos dejaba de lado sus linajes y se volvían iguales dentro de la sala de clases.

El tiempo pasaba extremadamente rápido, Minho no lograba comprender cómo es que los días desaparecían en un parpadeo, una semana completa había desaparecido frente a sus ojos tan fácilmente.

Antes parecía tener todo el tiempo del mundo, podía sentarse en el sofá y acariciar a su gato por horas mientras veía hacia la ventana, ahora le estaba costando relajarse, tal vez era su mente que parecía estar en otro lado en todo momento, pero hasta el tiempo de tocar una pieza de piano parecía ser reducido.

Una noche al llegar a casa se sentía tan cansado que deseaba tirarse a la cama y dormirse de inmediato, por lo que comenzó a desvestirse sin pensarlo mucho. Los pantalones cayeron primero caminando por la sala, escuchó las patas de su gato seguirlo mientras desabrochaba los botones de su camisa, no supo en qué momento exactamente pero uno de ellos había caído al piso y reaccionó tan rápidamente al ver a su gato ir por él.

El miedo lo invadió de inmediato al verlo intentar comerlo, se tiró al suelo sin pensarlo dos veces gritándole que no lo hiciera, que no lo tragara, se abalanzó intentando abrir la boca del animal que reaccionó asustado, revolcándose y rasguñando sus brazos al instante, pero al menos había recuperado el bendito botón.

Y teniéndolo en sus manos vió al gato irse enojado, mientras soltaba aire aliviado arrodillado en el piso medio desnudo, por un momento había vuelto a ser el mismo Minho con mala suerte y miserable de siempre. Se levantó del suelo sintiendo el dolor en sus rodillas por el impacto anterior, caminó buscando la caja donde guardaba los hilos y agujas para ponerse a coser, se sentó en el piso mientras lo hacía sintiéndose medio adormilado.

Parpadeos rápidos intentaban mantenerlo despierto, había logrado coser el botón a duras penas y un dedo pinchado, la poca sangre que salió sabía bastante mal, de pronto vió sus antebrazos rasguñados y mágicamente comenzaron a arder, hubiera sido mejor nunca haberlos visto, limpió las áreas que habían enrojecido y sin darle mayor importancia se fue a la cama peleado con su mascota que ya no fue tras él.

Until The Last Note | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora