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Agachado frente al plato de su gato se encontraba Minho depositando algo de comida que acababan de comprar, las patas del gato no tardaron en escucharse llegar, un ronroneo apareció y sin moverse de ahí Minho se giró para mirar al joven tras él.


—¿Tomaste desayuno? —preguntó y el contrario negó. —Entonces preparemos algo.

—De acuerdo —respondió Jisung caminando hacia la cocina, sabía que el maestro se quedaría justo ahí custodiando a su mascota. —Por mientras tostaré algo de pan.. ¿Minho, aún no sabes como lograr que coma solo?

Lo vió hacer una pequeña mueca, el gato comía tranquilo y Jisung le pidió que se alejara un poco de él, que lo mirara de pie a unos dos o tres pasos de distancia. "¿Estás seguro?" Escuchó del pianista y vieron al gato voltearse a mirarlo.

—Estoy aquí, sigue comiendo —dijo y aunque en un comienzo pensó que no funcionaria, el gato volvió a poner atención a su plato.

Una sonrisa apareció en el rostro de Minho aunque Jisung no la hubiera podido ver desde la cocina, el chico emocionado puso el agua a calentar y fue con el maestro, encontrándose con su rostro alegre.

—Quizá no sea tan difícil —dijo con esperanza en sus ojos.

Bastaron unos minutos más para que el gato viniera hacia él, acariciandose entre sus piernas. —Tal vez tome un poco de tiempo —soltó viendo que el plato aún no estaba vacío.

Jisung sonrió y asintió, puso una mano sobre su hombro y le dijo que todo se solucionaría en algún momento, y como si de un autoconcejo se tratara, recordó que aún tenía un problema propio.

—Puedes esperar en la mesa si quieres, haré unos huevos y estaré contigo enseguida —escuchó al maestro decir confiado y se quedó mirando como se encargaba de la cocina.

Jisung caminó hacia la mesa, la ordenó un poco y se sentó a mirarlo, preguntándose si estaría bien confesarle sus sentimientos de inmediato, su corazón comenzaba a latir más rápido de sólo pensarlo, una suerte de falta de aire y la inquietante sensación de que no podría hacerlo.

"Después del desayuno" se dijo a sí mismo intentando calmarse, recordaba las palabras de Dami y lo hacían sentirse más valiente dentro de lo que podía, pero aún así debía saber que pensaba Minho de él, quería anteponerse a una posible respuesta y saber como reaccionar a ella, en su corazón existía la posibilidad de recibir una desagradable mueca de disgusto, después de todo ambos eran hombres y el pianista no estaba obligado a enamorarse de uno.

—Minho ¿Qué piensas de envejecer, como te vez en treinta años más?

Lanzó una indefensa pregunta como cualquier otra mientras lo veía acercarse, él dejó los huevos en el centro de la mesa, las tazas de loza blanca y sus respectivas cucharas a un costado, e hizo una expresión confundida ante aquella inesperada pregunta, se sentó frente a él apoyando sus antebrazos en la mesa y respondió tranquilo.

—No creo que cambie demasiado además de arrugarme —dijo con una pequeña sonrisa. —Seguiré aquí dentro de estas cuatro paredes que me dejaron mis padres, lo más probable es que ya no tenga a mi gato.

Terminó casi sin expresión, había quedado claro que él no tenía ambiciones, ni sueños, ni metas, él parecía vivir su vida día tras día, como si no tuviera nada por lo que luchar y esforzarse, como si su existencia sólo estuviera de paso por este mundo, siendo tranquilo e invisible ante los demás, intentando no ser un obstáculo para otros.

Until The Last Note | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora