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Aquella fue la primera vez que su corazón se sintió tan acelerado, la forma más profunda de expresión de afecto la habían compartido juntos. Jisung abrió los ojos lentamente aquella mañana y acarició sutilmente la espalda de Minho que dormía a su lado.

Se incorporó hasta llegar al cuello del mencionado, abrazando aquella espalda que le parecía amplia y apoyó la cabeza en el espacio libre entre su cuello juntando sus mejillas, prontamente las manos de Minho afianzaban el abrazo que lo había despertado de buen humor.

Se giró buscando poder verlo a los ojos, no estaba acostumbrado a dormir con alguien más y no supo en qué momento de la noche le había dado la espalda, pero ahora que se giraba y lo encontraba a él con ese rostro iluminado tan temprano por la mañana, era la sensación más agradable y feliz que le había tocado experimentar.

Jisung también estaba contento, la tranquilidad del momento le hacían desear querer pasar el día en cama, pero el trabajo esperaba por ellos y aún tenían un grupo de alumnos al cual dedicarles las mañanas. Agradecidos de que fueran los últimos días de clase, la pareja salió rumbo a la escuela.

—¿Crees que alcance ir a casa a cambiarme? —preguntó Jisung apenas salieron, viendo su reloj de bolsillo.

—Tal vez, si corres —respondió inocente y su muñeca fue rápidamente jalada por el joven, obligándolo a correr junto a él.

Minho dentro de su confusión y ojos asombrados pisaba las huellas de un Jisung que reía un tanto divertido mientras lo guiaba a su casa y en poco tiempo estaban ya bien alto en aquella calle empinada. Las casas se volvían cada vez más grandes entre más avanzabas, Minho no pudo verlas con detenimiento pero era notorio que eran casi el doble o triple de grandes que las casas de su barrio.

De pronto las zancadas comenzaban a ser más pequeñas, se estaban acercando y luego pararon frente a una gran casa hermosa de ventanales grandes, con plantas y flores violetas que adornaban la entrada. Minho se encogió de inmediato asombrado, vió a Jisung y este lo miró con rostro animado como si fuera completamente normal, pero para el maestro esta situación era un tanto incomoda.

—Ven conmigo —lo escuchó decir mientras caminaba llevándolo por aquel caminito hasta la puerta de entrada.

—¿Estás seguro? —preguntó rehusándose.

—Mis padres no deben estar en casa, por lo general salen desde muy temprano —dijo el joven confiado abriendo la puerta.

Finalmente ambos entraron y Jisung soltó de su mano, diciendo que subiría rápidamente a su habitación a cambiarse y regresaría para no perder tiempo. Minho quedó completamente solo en la entrada y no sabía qué hacer ante aquella sala que era casi tan grande como su casa completa.

Fotografías familiares en las paredes mostraban a los Han, ellos tres parecían ser de un linaje destacado, y entre más los veía con detenimiento creía que ella era una mujer muy hermosa y el señor Han tenía unos ojos muy intensos, mientras que Jisung a su lado destacaba por aquella amabilidad que trasmitía con todo su rostro.

Caminó lentamente con sus manos tras la espalda observando algunas reliquias y decoraciones que seguramente eran del estilo de la señora Han, todo era tan distinto que se sintió curioso del lugar en el que Jisung despertaba cada día.

Cada detalle era muy hermoso y elegante, y pensaba que las pocas cosas que tenía en casa no valían nada en comparación con aquella casa, sin duda Jisung era un joven afortunado desde el nacimiento, no comprendía bien como decía estar cómodo en su humilde casa.

—¿Disculpe, usted quién es? ¿Cómo entró a mi casa? —una voz femenina llegó tras de él y Minho se giró de inmediato encontrándose con la mujer de las fotografías, apuntándolo con una cuchara de madera.

Until The Last Note | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora