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Minho podía estar muy desconcertado por la visita de Jisung, pero eso no quitaba que debía ser amable y atento.

—Te traeré un café —dijo el maestro levantándose del piso, dejando al chico que agradeció la oferta y siguió jugando con el gato.

Minho se fue a la cocina un tanto nervioso, "respira, respira" pensaba mientras preparaba dos tazas y volvía a la habitación entregandosela con cuidado. Se sentaron apegando sus espaldas en la cama, el piso era frío pero ambos parecían bastante cómodos.

—Tu casa es agradable, se siente mucho más tranquila que la mía —dijo Jisung calentando sus manos al rededor de la taza, mirando la habitación de Minho.

—¿Es así?

—Mm-hum vivo con mis padres, ellos son un poco estrictos —soltó desganado, parecía ser difícil la convivencia con ellos, Minho no quiso preguntar más sobre el tema, más bien quiso ayudar un poco a subir ese ánimo que había bajado repentinamente.

—No estoy seguro de si pudiste verlo al entrar, pero hay un piano en la sala ¿Te gustaría escuchar algo? —preguntó luego de tomar de su café, la verdad era que sabía bien cuál sería la reacción que tendría el chico a su lado, pero era divertido verlo en acción.

El rostro del mencionado brilló al instante asintiendo, incorporándose y siguiendo al maestro que tenía una leve sonrisa en su rostro, el piano de cola estaba justo ahí cerca de una ventana, tan majestuoso como la imagen de Minho sentándose en el banquillo con las mangas de su camisa blanca dobladas hacia arriba.

Jisung quiso ganarse cerca de la ventana echando un pequeño vistazo, la noche había caído afuera, era tan oscuro que parecía un mar completamente negro, girarse para encontrarse a Minho era como una luz de esperanza en medio de ese vacío, no había forma de que sus ojos eligieran ver algo más que a él estando justo ahí, listo para tocar.

Las dulces notas llegaron a sus oídos tocando su corazón, aquel pianista tenía los ojos cerrados como si pudiera sintir cada nota o como si estas vinieran de su interior, de su más profunda existencia. Jisung soltó un leve suspiro ante tan semejante vista, mientras una tranquilidad inmensa se establecía en aquella casa.

Sintió las patas de un gato acariciarse entre sus piernas, lo tomó sin dificultad y siguió mirando a Minho mientras acariciaba al felino, estaba completamente relajado hasta que de pronto los ojos del maestro se abrieron en plena pieza musical.

Sus dedos dejaron de tocar el piano por un segundo cuando sus ojos se encontraron, parecía totalmente absorto en él, por alguna razón ninguno pudo apartar la mirada, no habían palabras para describir lo que sucedía entre esos pocos pasos que los distanciaban.

El gato saltó al piso y el ruido que causó dió una pequeña reacción en ambos hombres, haciéndolos volver a la realidad, Minho continuó tocando concentrado pero aún así no quiso dejar de mirarlo fijamente.

Tal vez eran sus ojos oscuros, pero Jisung pudo sentir la pertenencia de esa canción, si no era suya, ¿De quién más podría ser?, pensaba mientras esas pupilas le decían que recordara bien cada sonido, cada nota u melodía o como quisiera llamarle, y que guardara profundamente en su corazón la sensación que le producía el momento.

Sin duda había algo entre ellos que los unía a más no poder, una complicidad perfecta que se notaba en el ambiente, los ojos no mentían y mucho menos las acciones, Minho terminó su pequeño concierto de un sólo espectador y dió una pequeña reverencia, escuchó los suaves aplausos del asistente aparecer mirándolo con una sonrisa encantadora y caminó hacia él tan naturalmente que ha Minho se le agitó el corazón.

Until The Last Note | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora