Until The Last Note | minsung

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Después de aquella primera visita de Dami hubieron muchas más, y la situación de precariedad se redujo considerablemente. Los chicos habían estado trabajando duro en las distintas reparaciones de la casa, Minho se esforzó reemplazando cada ventana dañada y partes del techo, Jisung por su lado se dió el trabajo de limpiar por completo el jardín, quitando las malezas para luego pintar la fachada.

Ambos construyeron los muebles que les hacían falta, no eran los más hermoso que había en el mundo, pero mientras fueran funcionales todo estaba bien para ambos, además de ello Dami siempre que los visitaba traía consigo algún regalo, parecía haberse convertido en algún tipo de hábito nuevo y los chicos comenzaban a sentirse apenados por tanto obsequio que decoraba su casa.

Fue así entre remodelaciones, decoración y visitas, que el verano pasó volando y esta pareja de chicos no supo en qué momento habían pasado tantas semanas desde que se mudaron, pero para cuando ya no había nada más que arreglar ni limpiar, el tiempo de entrar a clases se había hecho presente.

Fue ahí cuando el nerviosismo los invadió por completo, dirigirse a la escuela era algo que no dejaba de hacerlos sentir que las palmas de sus manos sudaban como si hicieran treinta grados de calor. Para Minho que toda su vida había trabajado en el mismo recinto educacional, había pasado mucho tiempo desde la primera vez que fue a una entrevista de trabajo.

Y en el caso de Jisung, este se sentía confiado aún cuando su única experiencia laboral siendo asistente fue acompañando a Minho por unos meses, la situación para el chico no se veía favorecedora en ese aspecto, pero al llegar al recinto la directora los recibió con mucha amabilidad.

Ambos explicaron su situación omitiendo ciertas partes y de alguna forma se ganaron su corazón, los trató como si fueran un par de turistas o como si estuvieran grabando algún tipo de programa de televisión. Ella estaba muy emocionada y era tan gentil que parecía estar actuando, pero cada vez que pasaba alguien por su lado mientras les mostraba la escuela, ella seguía actuando igual de amable.

Mientras caminaban por el recinto y los distintos salones, se les explicó que era una escuela primaria, básicamente estarían encargados de enseñarle a niños pequeños. Sin duda el cambio era rotundo para un Minho que estaba acostumbrado a jóvenes de secundaria, pero sin lugar a dudas no le atemorizaba la idea de ver pequeños niños jugando a su alrededor.

Luego de ese exitoso día ambos chicos esperaron expectantes la llegada de la siguiente semana, ese día lunes sería el regreso a clases y podrían por fin conocer a todos esos estudiantes de tamaño reducido.

Minho estaba emocionado, debía aceptar que extrañaba estar dentro de una sala de clases, después de todo era su vocación, mientras que Jisung tenía muchas espectativas y estaba preocupado de no lograr mostrar una imagen divertida para los niños.

—Tranquilo, eres un asistente de clases no un payaso.. —dijo Minho viéndolo ansioso a su lado y el contrario se giraba con un rostro disconforme.

—Aún así quiero agradarles —se quejó con un rostro triste y Minho alcanzó su mano acariciándole.

—No tienes que esforzarte para eso, estoy seguro de que te amaran tanto como yo lo hago —dijo con voz suave y tranquila, logrando que el contrario relajara un poco esa expresión, para luego sentirlo apoyarse en su hombro.

Los días libres pasaron rápido y el tiempo que Jisung tuvo para practicar su carisma frente al espejo había acabado, por fin era el primer lunes del mes y ambos se prepararon para ir a dar clases. Esa mañana llegaron temprano a la oficina de la directora, aquella que se veía tan emocionada como ellos.

En poco tiempo los llevó a la sala de profesores y estando ahí reunidos los presentó uno por uno, sin duda conocer rostros nuevos era algo emocionante para la pareja, pero en el momento en que el timbre sonó indicando el inicio de la jornada, los nervios los volvieron a invadir de manera inquietante.