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Jisung había intentado de todas las maneras posibles que la madame le permitiese trabajar, pero ella le insistía en que si se forzaba demasiado podría saltarse los puntos.

Apenas faltaban un par de días para que tuviese que volver al hospital, donde le quitarían esa dichosa sutura, mas la mujer le repetía que esperase hasta entonces para volver al escenario.

Él estaba curando su herida adecuadamente para evitar que la cicatriz que esta dejase fuese demasiado notoria. Sabía que, de otro modo, llamaría demasiado la atención. Y no en el buen sentido.

Además, desde que aquel chico se había suicidado, Han había reflexionado en múltiples ocasiones acerca de cómo estaba gestionando su vida. Él cargaba demasiados problemas a su espalda, algunos tan grandes que le hacían sentirse un diminuto ratoncillo atrapado en un callejón sin salida. No era la primera vez que él se planteaba el suicidio como una opción, pero sabía las consecuencias que esto traería. Y no podía abandonarlo todo, no podía desentenderse de ellos.

Su dependencia al alcohol había incrementado drásticamente esos últimos días. Era la única manera que encontraba para evadirse, pues tener tanto tiempo libre le estaba consumiendo. Esperaba que nadie notase demasiado la cantidad de botellas que faltaban en el bar, pues no eran pocas las que ya se había apropiado.

A hurtadillas, se coló en el bar de la planta baja para agarrar el vodka, que tanto le ayudaba a mantenerse sereno. Vació ese delicioso brebaje en una taza de cerámica y se escabulló hacia la sala sin normas.

Allí, se recostó en uno de los sillones para beber tranquilamente. Aún habiéndose sentado apartado, en una esquina, no se sentía tan solo ya que allí se hallaban muchos de sus compañeros. Así paliaba ese sentimiento de soledad que últimamente le acechaba.

Observó a las parejas que se habían formado. Sabía que algunos de sus compañeros tenían sentimientos recíprocos y habían decidido comenzar una relación amorosa, aunque no estaba al tanto de quiénes eran los protagonistas de esos romances.

Sin duda, la pareja que más llamó su atención fue la del pequeño Jeongin con un chico de pelo largo, a quien juraba que había visto con Changbyun. Le sorprendió que dentro de ese grupo de malhablados alguno fuese capaz de demostrar que no usaba el cerebro solo para pensar en sexo.

Ambos charlaban, y aunque el muchacho de pelo largo parecía algo distante, el rostro de Jeongin brillaba con luz propia, decorado con una sincera sonrisa. Ese chico era tan lindo que Jisung solo podía desearle la mejor de las suertes.

El alcohol se le estaba subiendo poco a poco a la cabeza, sonrojando sus mejillas y nublando su vista. Se terminó el contenido de la taza de un trago y, algo mareado, se acurrucó sobre sí mismo en aquel estrecho sillón.



~~~



Minho aprovechó aquello tranquila mañana para escabullirse un rato. Salió a la calle para dar un paseo, necesitaba despejarse un poco de aquel ruidoso edificio. Nada más notar los rayos de sol besar su piel, echó la cabeza hacia atrás buscando el calor que estos le regalaban.

A veces extrañaba el aire fresco y el ambiente de las calles parisinas, y por ello adoraba perderse entre las callejuelas de esa preciosa ciudad. Pasó a un estanco, donde compró un paquete de tabaco. Y se encendió un cigarro que fumó con tranquilidad, caminando hacia un destino indefinido.

Pasó por delante de un colegio, y se detuvo a observar a los niños. Envidiaba esa inocencia, esa despreocupación que los caracterizaba. Desearía volver a cuando su vida era así de tranquila, cuando aún no superaba los catorce años. E inevitablemente se preguntó si alguna vez tendría la oportunidad de salir del cabaret.

La Belle Époque || Taste (+18) || Minsung|HanKnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora