Jisung releyó aquella dichosa pancarta innumerables veces, hasta que la palabra plasmada en ella comenzó a carecer de sentido. Las cinco letras talladas sobre la madera parecían mofarse de su cobardía. Y no era para menos, pues estaba paralizado.
Analizar el cartel frente a él era una mera excusa para no enfrentarse a sus propias decisiones. Lo que antes había considerado una idea brillante, ahora le aterrorizaba. Un torrente de inseguridades comenzó a brotar cual cascada que manaba agua sin cesar. Las piernas le temblequeaban y las manos le sudaban, siendo esto una muestra física de la debilidad que su mente había adquirido tras tantas desdichadas vivencias.
Tal cantidad de recuerdos extraordinarios le unían a ese edificio que incluso se sentía abrumado. A sus ojos, el cabaret se asemejaba a una oscura cueva llena de piedras preciosas que un temible lobo custodiaba, receloso. De no ser por aquella bestia, estaría eufórico.
Aunque apenas habían transcurrido unos cuatro días desde que se marchó del cabaret, mentiría si no admitiese que también le provocaba escalofríos reencontrarse con sus antiguos compañeros. Les había abandonado de manera ruin y egoísta, con explicaciones ambiguas que excusaban su comportamiento infantil.
En el fondo, era consciente de que eso hubo sido un patético intento por protegerse a sí mismo del dolor que una despedida traería consigo. Comprendería que los muchachos estuviesen molestos, y no esperaba que aceptasen unas meras disculpas.
Pero ahí se hallaba, debatiéndose entre llamar a la puerta o no.
Los pensamientos intrusivos jugueteaban con sus miedos como si de un muñeco roto se tratasen. Una tenue vocecilla le repetía constantemente que volver allí había sido un error, que nadie le extrañaba. Él siempre había sido un estorbo en la vida de los demás, ¿por qué ahora sería distinto?
Sacudió la cabeza para deshacerse de todas esas erráticas ocurrencias. Antes de que la negatividad se apoderase de su juicio, golpeó el portón frente a él con sus paliduchos nudillos. Una vez más, había dejado que un impulso liderase su voluntad.
Percibía todo aquello como un déjà vu, aunque el recuerdo que tenía de su llegada al distrito del placer traía consigo un sabor agridulce. Se recordaba a sí mismo como un chiquillo mucho más valiente e inocentón, dispuesto a enfrentarse a cualquier piedra que se interpusiese en su camino. Actualmente, el más mínimo inconveniente parecía un reto que no se sentía capaz de afrontar.
Divagó acerca de aquella memoria que tan lejana parecía durante varios segundos, mas nadie abrió la puerta entretanto. Tomó esto como una señal del destino para huir de esa escena del crimen.
Soltó un suspiro en el que exhaló todo su nerviosismo, y entonces se dispuso a volver sobre sus propios pasos. No dudaba que Roxanne le ofrecería cobijo de nuevo. Si se daba prisa, incluso podría alcanzarla y acompañarla a casa, para asegurarse de que ningún accidente ocurriese durante el trayecto.
─ Isao, ¿eres tú? ─escuchó a sus espaldas.
Aquello le congeló en el sitio, deteniendo su partida. No le hizo falta girarse para reconocer esa femenina pero maltratada voz. La mujer que en una ocasión le acogió sin hacer demasiadas preguntas ahora parecía una figura autoritaria a la que temía y odiaba a partes iguales.
A pesar de que sus articulaciones parecían no obedecer a lo que sus instintos dictaban, quería huir de allí. Sabía que su condición era demasiado débil como para correr, pero todo parecía una mejor opción que enfrentarse a ella.
De nuevo, millones de ideas llovieron sobre su confundido psique. Podría ignorarla y seguir caminando, o tal vez inventar que solo se había olvidado algo y excusar su mala memoria para hacer aquel incómodo encuentro lo más breve posible. También podría simplemente decir que quería ver a sus amigos, que se trataba de una mera visita. O quizá...
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La Belle Époque || Taste (+18) || Minsung|HanKnow
Fanfiction1969. París, Francia. Dos chicos se ganan la vida bailando y vendiendo sus cuerpos en el más famoso cabaret de un tétrico barrio de París. Ambos famosos por sus rasgos orientales en una Europa aún afectada por la guerra, compiten por ser el más po...