─ ¿Tenemos un trato, pues?
─ Señor, sí, señor.
Minho llevó una mano a su frente imitando la pose de un soldado. Su espalda erguida y su mueca seria provocaron que Han riese.
─ Tú siempre tan exagerado.
Sellaron aquella promesa con un apretón de manos, jugando a ser empresarios.
Habían dedicado el resto de la tarde a discutir cómo llegar a un punto en el que ambos estuviesen cómodos. Jisung se rehusaba a aceptar dinero, pero Minho insistía en apoyarle económicamente.
Acordaron que las ganancias que el moreno había recaudado solo se usarían en caso estrictamente necesario. Si Jisung no ganaba lo suficiente como para cubrir la cuota por sus propios medios, acudiría a estos ahorros.
Para convencerle, Lee prometió que no volvería a prostituirse en cualquier callejón húmedo y oscuro. Además, hablaría con la madame para descansar al menos un par de días, por lo menos hasta que los cardenales que decoraban toda la extensión de su piel dejasen de ser tan sensibles. Se había sobresforzado tanto que rozaba sus propios límites físicos.
─ No puedo permitir que te hagas daño, entiendo lo preciado que es tu cuerpo para ti ─había dicho Jisung─. Al fin y al cabo, es tu herramienta de trabajo.
─ Claro que mi cuerpo es preciado, pero tú lo eres más ─hubo respondido Minho─. No puedo dejar que lo pases mal. No soportaría perderte.
Ese fue el detonante para que todas las asperezas se limasen. Cualquier molestia restante fue arrastrada por las suaves caricias que se regalaron posteriormente.
─ ¿Qué excusa has pensado decirle a la madame? ─preguntó Han.
El par de muchachos sonrojados se encontraban recostados sobre la cama, perdidos en la mirada del otro. Tan absorto estaba Minho en los detalles del rostro del contrario que apenas supo a qué se refería.
─ ¿De qué hablas?
─ De los moretones.
Las manos del pelinegro viajaron curiosas hasta una de las manchas violáceas que decoraban sus hombros. Deslizó la yema de los dedos delicadamente sobre esta, provocando que el más alto se estremeciera ante ese ligero toque.
─ Le diré que fue cualquier cliente.
─ ¿Y te creerá?
─ ¿Lo dudas? ─alzó una ceja.
─ Después de que a mí me apuñalasen... La verdad es que me creería cualquier cosa.
Casi de forma instintiva, Minho llevó sus dígitos hacia la zona donde atacaron al más pequeño. Aquel suceso era ya apenas un recuerdo dibujado como una ínfima línea blanca que decoraba su impoluta piel.
La marca ya casi no era visible. Lo había podido comprobar en las ocasiones en las que había tenido el placer de ver a Jisung sin ropa. Además, con unas curvas tan sinuosas a Minho le era imposible encontrar defecto alguno.
─ ¿Sabes? ─interrumpió Minho para cambiar de tema─. Te debo una cita.
─ ¿Y eso? ─cuestionó un muy sorprendido Jisung.
─ Me apetece ─se encogió de hombros─. La última vez vimos París a tu manera. Ahora tengo que enseñarte la mía.
─ Suena interesante.
─ ¿Pillaste el doble sentido?
─ Por desgracia, cochino.
─ Bien ─celebró apretando uno de sus puños en señal de victoria─. Por fin te estoy corrompiendo.
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La Belle Époque || Taste (+18) || Minsung|HanKnow
Fanfic1969. París, Francia. Dos chicos se ganan la vida bailando y vendiendo sus cuerpos en el más famoso cabaret de un tétrico barrio de París. Ambos famosos por sus rasgos orientales en una Europa aún afectada por la guerra, compiten por ser el más po...