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El húmedo e intenso encuentro entre sus labios no cesó hasta transcurridos varios minutos, cuando sus respiraciones ya estaban tan agitadas que fue necesario alejarse del cálido aliento del contrario para tomar profundas bocanadas de aire fresco.

No obstante, aquello no bastó para distanciar al par de enamorados más de unos escasos milímetros. Tan ínfima era dicha separación que sus bocas aún se amoldaban suavemente sobre las curvas que el rostro ajeno dibujaba.

El sonido de sus besos llenaba el íntimo silencio del baño, como una sinfonía que solo ellos eran capaces de comprender. Entretanto, sus manos viajaban por el cuerpo del otro sin pudor, casi temiendo perder esa tangibilidad que les recordaba que aquello no era un sueño del que pudiesen despertar.

Tal era la pasión que cargaba el ambiente que, inevitablemente, Jisung atrapó uno de esos carnosos pétalos entre sus dientes. El lascivo acto provocó escalofríos en el mayor, quien sucumbió a sus encantos deslizando la nariz por sus mejillas.

Sus fosas nasales exhalaban tiernos suspiros que pretendían inútilmente deshacer el nudo que se había formado en su estómago. Esporádicas sonrisas interrumpían el encuentro entre sus labios, aunque aquello solo causaba que ambos rieran cómplices de su propio enamoramiento.

─ Jisung.

─ ¿Mhm?

─ Te quiero tanto... ─le susurró al oído a la par que rodeaba la cintura del azabache para atraerle todavía más hacia su cuerpo.

Aquella declaración terminó por eclosionar la marchita flor que era su corazón. Han, incapaz de lidiar con lo que esas palabras suscitaban en su interior, escondió el rostro en la curvatura de las clavículas de Lee. Juraría que, tan unidos como estaban, este podría notar los bruscos latidos de su órgano vital, que golpeaban las paredes de su tórax rogando clemencia.

Mas Minho no mentía. Apenas podía expresar con claridad la intensidad de sus sentimientos, y verbalizar cuán dolido había estado con su pérdida era una tarea a la que no se atrevía a enfrentarse de nuevo.

─ Yo... Yo también te quiero, Min. Joder, voy a llorar.

─ No me digas eso, chico bonito ─suplicó─. O terminaremos llorando como dos idiotas.

─ ¿Como dos idiotas enamorados? ─pronunció tras salir de su improvisado escondite.

─ Me has robado las palabras.

─ ¿Puedo robarte otra cosa?

─ Adelante.

Impulsado por el permiso concedido, Jisung volvió a enredar sus lenguas en un improvisado baile, tan cariñoso como apasionado. El sabor a vino aún perduraba en sus paladares, y este manchó el beso con sus amargos matices, en contraste con la dulzura que este encuentro expresaba.

Los brazos del menor rodearon los anchos hombros de Minho, mientras que este deslizaba las manos hasta posarlas en la parte trasera de sus muslos. Con un impulso, el moreno aupó a su pareja para cargarlo. Han pronto adivinó sus intenciones, por lo que abrazó la cintura ajena con sus piernas para aligerar el peso.

De esta enredada manera, Lee caminó con pasos confusos hasta toparse con el mullido colchón sobre el que se dejó caer de espaldas junto a su enamorado. Tiernas carcajadas se escapaban por la garganta de este, quien parecía estar rozando su propio éxtasis por la alegría de un encaprichamiento correspondido.

─ Espera, espera, Min. ¿Qué pretendes?

─ ¿Qué propones? ─cuestionó el nombrado con una ceja alzada.

─ ¿Cómo que qué propongo? ─regañó entre risas─. Si te digo la verdad... Me apetece mucho hacerlo, ¿sabes? Pero... No sé si estoy listo.

─ Está bien, cariño ─alentó con suaves caricias─. Ahora que has vuelto, tenemos todo el tiempo del mundo.

La Belle Époque || Taste (+18) || Minsung|HanKnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora