ⅩⅩⅩⅢ

1.5K 169 167
                                    

─ Dime, Jeongin... ¿Por qué estabas en la calle?

─ Madame, no volveré a hacerlo. Lo juro.

─ Me parece perfecto, no esperaba otra cosa. Pero eso no responde a mi pregunta. ¿Qué hacías fuera?

─ Yo...

─ ¿Tienes otro trabajo? ¿O es que intentas esconderme algo?

─ No, no. Solo salí media hora, de verdad.

─ ¿Son drogas, Jeongin? A ver, enséñame los brazos. ¿Te has inyectado algo? ¿Heroína? ¿Consumes éxtasis? ¿Anfetaminas, tal vez?

La mujer agarró con violencia sus extremidades, obligándole a inclinarse sobre la mesa que los separaba. Sus largas uñas pintadas de carmín se le hincaron en la piel, mientras analizaba los senderos que sus venas dibujaban en busca de algún indicio que delatase cualquier práctica nociva.

Cuando Monique hubo terminado su charla con los agentes, entró al cabaret cual desquiciada en búsqueda de Yang. Encontrarlo no fue una tarea complicada, ya que él no había podido caminar más allá del vestíbulo. Tan impactado como estaba, intentó imaginar distintos escenarios que resolviesen sus dudas. No obstante, ninguno de ellos respondía a por qué su jefa charlaría con la policía de una manera tan coloquial y desenfadada.

Ella, sin embargo, no pareció darle mayor importancia a la cuestión. A empujones, forzó al adolescente a cobijarse en su oficina, donde la improvisada e incriminatoria entrevista comenzó.

─ Mírate, tienes las manos llenas de rasguños. ¿Te has metido en una pelea?

─ ¡Qué va! Me tropecé cuando volvía ─trató de defenderse─. Madame, escúchame. No es nada de eso.

─ ¿Entonces qué es?

─ Fui a darle la paga a mi familia, ¿vale?

La matriarca exhaló todas sus preocupaciones en una bocanada de aire cuando Jeongin resolvió sus inquietudes. El rancio olor a tabaco de su aliento fue la excusa que el menor necesitaba para zafarse de su agarre. Así pues, se dejó caer sobre el respaldo de la silla, sin apartar su cristalizada mirada de los fieros ojos ajenos.

─ Jeongin, cariño... ─pronunció─. Por favor, avísame la próxima vez que quieras salir. Es muy peligroso que vayas solo, ¿comprendes?

─ Nunca saldría de noche, madame, no tienes por qué preocuparte.

─ Claro que me preocupo. La gente del barrio sabe que eres homosexual, ¿y si tratasen de hacerte daño? Yo no puedo protegerte fuera del cabaret.

─ Lo siento, de verdad ─se disculpó pesadamente─. Es que mis padres no tienen mucho dinero, no podía dejarlo para más tarde.

─ Dinero, dinero... ¿necesitas más, es eso? Porque puedo dártelo. Solo no vuelvas a marcharte sin hacérmelo saber antes.

─ ¿En serio?

En aquel preciso instante, Jeongin prestó toda su atención a lo que la mujer le comunicaba. Nada le haría más ilusión que recibir un aumento. Tal vez aquella fuese la solución para mejorar la relación con su madre, ya que esta comprendería los esfuerzos que volcaba para asegurar su bienestar. Todo sacrificio era justificable por ella.

─ Solo dime... ¿Cuándo cumplías quince?

─ ¿Mi cumpleaños? ─se señaló, confundido─. Es en febrero, ¿por?

─ Ya eres lo suficientemente mayor, ¿no crees?

─ Suficientemente mayor... ¿Para qué?

─ Deberías ir pensando en atender clientes ─mencionó sin rodeos.

La Belle Époque || Taste (+18) || Minsung|HanKnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora