ⅩⅩⅠ

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─ Uno.

─ Dos...

─ ¡Y tres!

El trote de dos pares de zapatos inundó el temprano silencio de las calles de París. Apenas eran las siete de la mañana, pero Jeongin y Hyunjin se hallaban eufóricos. Huyeron del distrito del placer a grandes zancadas, sin soltar el firme agarre de sus manos.

Sabían que la madame no se daría cuenta de su falta hasta más entrado el mediodía, pero aquella improvisada carrera les generaría algo de adrenalina. Al fin y al cabo, pocas eran las ocasiones en las que podían gozar de un mínimo de libertad.

Sus revoltosas respiraciones se entrelazaron al llegar a la galería más famosa de la ciudad: el Louvre. Entonces, compartieron un beso agitado frente al triangular edificio de cristal.

Hyunjin era un entusiasta del arte, y ansiaba compartir su mayor pasión con la persona que aceleraba su pulso como si de la más bella de las pinturas se tratase. Jeongin y él habían madrugado para poder pasear por los pasillos del museo sin toparse con demasiada gente.

La pirámide de vidrio reflejaba los primeros rayos del alba en todas direcciones, creando ilusiones ópticas similares a diminutos arco iris. Algunos de estos coloridos destellos se posaron sobre el rostro del más joven. Enternecido por tal espectáculo, Hyunjin llenó de besos las zonas coloreadas por el sol.

Las risitas encandiladas de su pequeño arcángel le inundaron los oídos. Estar enamorado de Yang Jeongin era un regalo divino. Si resultaba ser verdad que ardería en el infierno por amar a otro hombre, se dedicaría a crear su propio paraíso aún en vida.

─ ¡Ya, para! ─se quejó Jeongin de manera divertida─. Como no empecemos la excursión pronto, se nos va a echar la hora encima.

─ Tus deseos son órdenes, enano.

Sin perder mucho más tiempo, atravesaron la plaza y se adentraron en el museo. Descendieron las escaleras para acceder a la galería y se acercaron a un mapa en el que se señalaba la ubicación de cada motivo artístico.

─ Tardaríamos días en visitarlo todo ─mencionó el pelirrojo─. ¿Hay algo en especial que quieras ver?

─ No realmente ─dudó─. Esperaba que tú hicieras de guía turístico.

─ Mi pequeño lucero, qué bien nos lo vamos a pasar.


~~~


─ Este cuadro te tiene que sonar, es La Libertad Guiando al Pueblo ─explicaba un muy sabio Hyunjin─. Es obra de Delacroix. Se puede aprender mucho de la composición porque es piramidal, pero cuenta con una perspectiva muy abierta. Además, las pinceladas crean unas veladuras ondeantes, como si el artista... ¿Me estás escuchando, Innie?

El chiquillo de mechones oscuros se encontraba distraído, admirando una escultura en el centro de la sala. Más que una simple obra de arte, esta figura se asemejaba a dos seres que se habían detenido en el tiempo y convertido en piedra. Sus manos se hundían en las carnes del contrario, imitando a la realidad de una manera casi espeluznante. Era hipnótico de admirar.

─ ¿Te gusta?

─ Es preciosa...

─ Son Psique y Eros. Se llama Psique reanimada por el beso del amor, o simplemente El Beso.

Hyunjin se acercó al menor por detrás para abrazarlo cariñosamente. Aprovechó la diferencia de altura para apoyar su barbilla sobre la cabeza opuesta.

La Belle Époque || Taste (+18) || Minsung|HanKnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora