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La escena frente a mi era solo una más de las que había visto antes, no me sorprendía y tampoco me asustaba. El cuerpo sin vida del único hijo, que iba hacer el sucesor de Dmitry yacía en el suelo, golpeado y con un tiro en la cabeza.

Ese era el precio que tenías que pagar por meterte con el diablo. Dmitry sabía a lo que se enfrentaba y aún así no quiso detenerse y por esa razón su hijo tenía que pagar lo que su padre inicio.

-Señor, la camioneta está lista.

-Quiero que quemen la mercancía pero el lugar no.

El chico asintió y después bajo la mirada dando por terminada la conversación y caminando hacia mis demás hombres para dar la orden que le di.

Camine hasta la camioneta que me esperaba, subiendo en ella y concentrándome en solo mirar por la ventana y no en todos los problemas que estaba teniendo.

Era inevitable no pensar en el hecho de que sería papá, no quería, no me sentía preparado aún y el solo pensar en eso me hacía agotarme mentalmente. Cuando llegue a casa lo primero que voy hacer es solucionar ese problema.

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-Tu panza aún no se nota.

-Nina dijo que solo tenía una semana de embarazo.-En cuanto acabé de escribirlo en una de las hojas de la libreta que me había dado Ian, se lo mostré.

-De seguro se parecerá a ti.

-Eso espero.

Ian soltó una pequeña risita que me hizo sonreír, tal y como todos los días anteriores, él se encontraba en mi habitación, ayudándome en todo lo que puede y trayendo frutas a escondidas de Bill.

-Estaba pensando en que podrías enseñarme lenguaje de señas.

En cuanto escuché eso una sonrisa más grande que la anterior se formó en mis labios.

-Claro que te enseñaré lenguaje de señas.

Ian sonrió una vez más antes de voltear en dirección a la puerta, los pasos de alguien acercándose a la habitación resonaban por el pasillo desolado de la mansión, así que de inmediato Ian me hizo una señal que se escondería en el baño.

Segundos después los pasos se dejaron de escuchar y la puerta de la habitación fue abierta, dejándome ver a un chico bastante joven, alto, pelinegro, con unos ojos azules muy parecidos a los de Ian, piel clara, de complexión alta y fornido.

Las mangas de su camisa levantadas hasta la altura de su codo, dejaban a la vista sus brazos llenos de venas al igual que sus manos, podía decir que recordaba alguna vez haberlo visto, pero contando a las pocas personas que venían a visitarme podría decir que en algún momento vino por Bill a la habitación.

Su postura recta y sus ojos intimidantes que se clavaron en mi como si fueran agujas, me recorrieron de pies a cabeza, analizando cada centímetro de mi cuerpo y cuando por fin acabo camino hasta donde me encontraba sentada, a los pies de la cama en la orilla, se posó frente a mi a lo que no pude evitar bajar la cabeza en sumisión.

-El jefe me mandó por ti.

Y antes de que pudiera reaccionar ya me encontraba sobre el hombro del chico mientras el me sacaba de la habitación para llevarme quien sabe a donde, lo único que sabía es que me llevaría con Bill y prefería mil veces estar encerrada en la habitación sin comer a que estar con ese hombre.

Después de unos minutos de caminar por los pasillos de la mansión, los pasos del chico se detuvieron frente a una grande puerta de madera con algunos grabados en la orilla y una manija color dorada que brillaba como el sol, de seguro que era de oro.

La Mujer Del Diablo - Bill Skarsgård [Book#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora