26

2.9K 108 6
                                    

El penthouse estaba completamente en silencio, ni siquiera pareciera que la anoche anterior un hombre hubiera golpeado a su esposa embarazada hasta dejarla inconsciente.

Katia se encontraba en la ducha, ya pasaban de las cuatro de la tarde pero ella había tardado casi una hora en llegar al baño, se había tenido que arrastrar desde la sala hasta a su habitación para poder entrar al baño y darse una larga ducha, dónde quitaría la sangre seca de sus heridas, hacia meses que Bill no la golpeaba de aquella manera, meses en los que había tenido la compañía de Ian, pero ahora estaba sola, no tenía a nadie y eso solo la hacía deprimirse más.

Sus lágrimas se mezclaban con el agua recorriendo su cuerpo, ni siquiera el jabón y el shampoo la hacían sentirse limpia, su cuerpo estaba tan sucio y maltrato que las cicatrices de hace meses solo la hacían recordar lo que había vivido desde que Bill la secuestro.

Cada parte de su cuerpo dolía y ardía de la peor manera, Bill no se había detenido en ningún momento ni siquiera por qué estuviera embarazada, anoche fue horrible, el solo recordar la hacía sollozar aún más fuerte.

Cuando por fin termino de ducharse salió del baño y se vistió con ropa cómoda y delgada, short y blusa de tirantes, después se acostó en la cama y se tapo con la sábana hasta cubrirse por completo, estaba tan destruida que solo quería quedarse hay el resto del día.

Unos cuantos golpes en la puerta de la habitación la habían hecho salir de sus pensamientos, su cuerpo comenzó a temblar de tan solo pensar que el estaba hay.

-Katia.-Cuando la puerta se abrió su cuerpo tembló aún más de lo que ya lo hacía y entonces una mano quitar la sábana de su cuerpo la hizo sentarse en la cama,-El doctor te revisara.

La chica desvío su mirada al hombre detrás de Bill.

-Solo revísala y no hagas preguntas.

El hombre asintió y después se adentro en la habitación.

Todo el proceso de chequeo había sido bajo la atenta y afilada mirada de Bill, el tenía que cuidar en todo momento que ese doctor no tocará de más lo que era suyo o entonces lo pagaría con su vida.

-Todo se encuentra en orden, pero debido al embarazo no puedo recetar medicamentos así que solo dejaré algunas podamos para desinflamar y que también ayudarán con el dolor de las heridas.
-El hombre saco dos pequeñas cajas de su maletín y las dejo sobre el buró del lado izquierdo de la cama.-Me retiro, espero que se recupere pronto señorita y por favor guarde reposo.

Katia miro al doctor asintiendo y entonces Bill lo saco de la habitación.

La pelinegra se puso de pie y camino al espejo de cuerpo completo que había en la habitación.

Levantó su blusa de tirantes y llevo sus manos a su vientre, entonces frunció las cejas con confusión al verlo más abultado que antes.

Entonces lo recordó, hoy era el segundo día después de la boda, lo que quería decir que estaba cumpliendo su tercer mes de embarazo.

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, su bebé estaba asalvo y eso era lo único que le importaba, estaba segura que si Ian estuviera con ella en esos momentos estaría acariciando su vientre como si fuera lo más delicado que pudiera existir en el mundo.

Ian, Ian.

Su nombre resonó en su cabeza, lo extrañaba tanto, no podía evitar pensar en sus caricias, sus besos, cada momento que han pasado juntos, lo amaba, era una adolescente perdidamente enamorada de un hombre que no debería de amar.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sintió movimientos dentro de su vientre, esas eran las primeras pataditas que estaba sintiendo de su bebé.

La Mujer Del Diablo - Bill Skarsgård [Book#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora