CAPITULO 4:
Ansiedad social .Heather Sink.
—¡Odio los Lunes!— Noah desde el fondo de su alma gritó y bostezo mientras asaltaba mi nevera —¿Donde está el helado?
Dotty, mi gata blanca de manchas grises se paseaba por toda la cocina con su habitual meneó sensual de cola.
—Al fondo, detrás de la mayonesa— miré hacia la entrada mientras comía mi cereal con leche —si Amber se entera que te estas comiendo su helado, te va a rapar la cabeza ¿Sabes verdad?
—La peliroja sensual me ama, jamás se enoj...
—¡Noah!— la voz de Amber resonó por toda la cocina y Noah sonreía como un angelito con la cuchara llena de helado en la boca —¡¿Cuantas veces te e dicho de no tocar mi helado?!
—¡Heather me dio permiso!
—¡¿Yo?!— le di mala cara a Noah y le lancé mi cuchara haciendo que Dotty saliera de la cocina para evitar todo drama.
—¡Auch!— Noah se acarició la cabeza y corrió a esconderse detrás de Amber —¡Me dio con la churara, castigala Mami Amber!
Amber nos da una mirada furiosa, le arrebata el helado a Noah —el cual seguía comiendo— lo regresa a la nevera, toma mi mochila que esta en la isla de la cocina y sostiene de la oreja a Noah que no deja de quejarse y nos dirige a ambos a la puerta.
—¡A la escuela ambos!
—Pero ¿Por qué mami Amber?— Noah le hizo un puchero acariciando su oreja.
—Acabó de llegar de trabajar y estoy cansada, hambrienta y se podría decir que un poco cabreada y lo que menos necesito es a ti, rubio rizado y a mi hermanita haciendo escándalo— traté de replicar pero ella no me dejó —, ahora voy a llamar a Brandon y talvez me quite un poco tooodo este estrés.
—¿Quién es Brandon?— Noah preguntó —¿Ya me cambiaste?
—Ahora, necesito que ambos se vayan antes de que los de en adopción o los envíe en una caja a Japón.
—Pero Amber...— traté de hablar.
—¡Adiosito!— y cerró la puerta.
Ambos nos quedamos con una expresión de: <<¿Que le pasa?>>. Suspiramos al mismo tiempo dando media vuelta hacía nuestras bicicletas.
—No queda de otra ¿Verdad?— preguntó Noah y yo negué con la cabeza —¡Tengo hambre!
—Yo siempre traigo una caja de galletas conmigo, están en la mochila en la bolsa de en medio.
Noah se acercó feliz pero ambos detuvimos nuestra mirada a unos gritos que venían de la casa de Zoey, ella salió dando un portazo y a paso rápido e incómodo hacia su bici indudablemente rosa chillante. Ella pasó a nuestro lado a una distancia como de tres metros empujando su bici y lo que parecía que estaba sumergida en sus pensamientos.
—¡Hola, Zoey!— saludé y ambos le brindamos una sonrisa.
Ella parecía perdida hasta que nos encontró rápidamente con la mirada y esbozó una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Hola chicos!— parecía que se iba acercar hacia nosotros, pero no lo hizo.
—¿Vas hacia al instituto? Oh, soy una tonta, es obvio ¿No?
—¡Si que lo eres!— le di un codazo a Noah por decir eso —¿Te gustaría ir con nosotros?
—¡Si!— contesto al instante.