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Después de una ducha, y de que Sigurd y Ubbe le consiguieran ropa limpia, limpiarán sus heridas y fuera atendida por la fiebre; Frida dormía en una de las dos camas ahí. Ambos hermanos la observaban.

—¿Crees que Lagherta quiere casarla con Björn? —cuestionó el mayor.

—Björn tiene a Torvi, y Frida no lo quiere.

—Claro, todos sabemos que Frida ama a Ivar —las palabras de Ubbe hirieron a Sigurd.

—Espero que mi madre tenga razón, y Ivar esté muerto —Ubbe golpeó a Sigurd, no lo hizo tan fuerte.

—Es nuestro hermano. ¿De qué hablas?

—Lo único que despierta es lástima. Es un lisiado. Todos saben que, si él no viviera, Frida se quedaría conmigo.

—Sólo te interesa follar. ¿Eh?

—Por los dioses. ¿Acaso no fue la misma razón por la que Margrethe nos engañó a los dos? Tú sólo quieres eso. Yo amo a Frida, y va a ser mi esposa.

Por la tarde Frida se despertó por el olor a comida. En ese momento ella comió todo lo que estaba a su alcance, y bebió todo lo que pudo. Estaba débil, pero se había recuperado de la fiebre.

—Esas cicatrices se irán en algunos días —dijo Ubbe al ver las heridas abiertas en ese rostro.

—Espero que no se quiten nunca, y sean el recordatorio de lo injusta que es Lagertha, y el daño que ha causado.

Horas más tarde todos asistieron a ese enorme funeral, digno de la reina de Kattegat. Al regresar a esa casa, los tres fueron a dormir, Frida accedió a dormir en la misma cama que Sigurd, para dejar descansar a Ubbe por su pierna herida.

—Sigurd. ¿Estás despierto? —susurró ella.

—Sí, lo estoy —él se giró para estar frente a ella. Apenas distinguían sus rasgos.

—¿Por qué me besaste?

—Intentaba calmarte, funcionó. Y también porque estoy enamorado de ti —Frida sintió que una de esas manos acariciaba su hombro.

—Lamento que tú amor no había sido correspondió.

—¿Ahora lo es?

—Sigurd, yo amo a Ivar, tal vez siempre lo haré, pero si él está muerto como lo dijo tu madre, tal vez, en algún futuro, me gustaría estar contigo.

—¿En verdad? —él se levantó un poco de la cama.

—Sí, en verdad. Pero ahora necesito superar todo lo que siento por él. No me presiones, no intentes que esto sea rápido. Tú puedes seguir viendo a Margrethe, no me importa ahora. Y si aún no encuentras a alguien cuando yo haya olvidado a Ivar, y si quieres, pudiéramos intentarlo.

—Frida, yo te esperaría todas las eternidades, aquí y en el Valhalla.

La chica sonrío, abrazó a Sigurd y después de que él diera un beso en esa frente, los dos durmieron.

Sigurd estaba de un ánimo increíble, Frida seguía triste, recibiendo disculpas de todos aquellos que le escupieron, arrojaron cosas o insultaron en el Gran Salón, algo jamás antes visto en la historia de Kattegat. Ella siempre había sido querida por el pueblo, se dejaron llevar por la mente colectiva y temor a terminar como ella, Frida entendía lo que pasó, al final harían lo que sea para complacer a cualquiera que fuera su rey o reina, y también era consciente de lo mucho que estimaban a Lagertha, Aslaug no tenía la misma cualidad que la famosa escudera. 

Los siguientes días Frida recaía, solía tener fiebre, y episodios de una tristeza profunda, en la que le daba por llorar de la nada. Sigurd y Ubbe se mantenían a su lado, cuidando de ella. Esos síntomas la hacían estar en cama por días enteros, perdió la noción del tiempo. Así que no supo cuántos días pasaron exactamente, cuando las trompetas que anunciaban visitas inusuales en barco sonaron. Todos estaban confundidos, porque era claro que ese era un barco sajón. Pronto todos fueron a recibir ese bote, alertados. Apenas Frida vio que se trataba de Ivar, todo lo que había sucedido fue olvidado por un instante, las lágrimas de felicidad invadieron sus pensamientos, y a pesar de ese semblante de Ivar, se lanzó a besarlo cuando Sigurd y Ubbe lo ayudaron a salir del bote. El chico apenas le pudo dar una sonrisa cansada y triste. 

 

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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora