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—Acepten nuestras disculpas, y tomen nuestra lealtad

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—Acepten nuestras disculpas, y tomen nuestra lealtad. Rey Ivar —suplica el primer hombre que hablaba, el que estaba más convencido del botín—. Juro por mi brazalete lealtad, a usted, a la reina Frida, y a toda su descendencia.

—Rey Ivar y Reina Frida. Sobre mi brazalete juro no volver a tener dudas sobre ustedes, dándoles mi lealtad y mi protección, de aquí en adelante.

—Aceptaremos nuestro castigo por cometer este acto contra ustedes —vuelve a hablar el primero. Frida los levanta, hace que dejen de arrodillarse. Ellos la observan.

Ella se siente orgullosa de lo que ha hecho, lo siente como una victoria, mientras que Ivar no puede dejar de apreciarla con admiración. Durante toda su vida, Aslaug le dijo a la chica que ella sería reina, está claro que la madre de los hijos de Ragnar sabía lo que decía. Frida parece tener una capacidad innata para ello, aunque no le guste del todo. 

—Han tenido más de lo que merecen con esos golpes. Vayan a casa, tomen una ducha, abracen a su familia. Esto es lo que los dioses han permitido. Disuelvan cualquier tipo de botín en nuestra contra. Nuestro reino no está en contra de Kattegat y sus habitantes, es para sus habitantes. En unos días los llamaremos. Son bienvenidos en el Gran Salón cuando deseen, no tenemos descanso para aclarar dudas o situaciones como esta.

Los hombre besan su mano, igual que la de Ivar. Finalmente hacen una reverencia, agradecen y se marchan.

—Hablaré con ustedes, al anochecer —dice Ivar a los guardias—, váyanse, pero no tan lejos, los quiero cerca.

Los hombres obedecen. Apenas cierran las puertas del Gran Salón. Ivar toma a Frida por la cintura y la besa con gran ímpetu. Ella apenas puede respirar, entonces se separa del chico, emocionada.

—¿Qué pasa? —cuestiona ella.

—Eres una bendición. Eres divina, Frida lo eres todo. Un día, Heahmund me dijo que la mano de su Dios te había tocado, hoy dejo de creer que eres una bendición de Freyja, hoy creo que cuando naciste, todos los dioses se reunieron para darte cualidades.

La chica suelta una risita, se separa de Ivar y le muestra su mano temblorosa.

—No sé como hice eso, estoy temblando Ivar. Estoy tan nerviosa, feliz, extasiada y exitada.

Entonces Ivar se acerca de nuevo a ella. Frida olvida que ese gran abrigo intenta cubrir su cuello, porque no se opone a que Ivar lo aparte. Apenas el chico se separa para comenzar a quitar el vestido, nota esa terrible marca roja de la cuerda que iba a terminar con su vida.

—¿Qué te pasó? —cuestiona perturbado.

—Yo caí del caballo, mi capa se atoró y... —Ivar recuerda aquel momento en que él intentó asesinar a Margrethe.

—No te creo Frida. Por favor cariño, puedes confiar en mí —Frida comienza a llorar, y se abraza a él.

—Fue Margrethe —Ivar quiere estallar en ira al escuchar ese nombre—. Eso no es todo, sé que me engañaste con ella, intentaste tener sexo, mientras a mí me decías que me amabas —Frida se separa del chico, para revelar su rabia, tristeza y decepción, al verlo. Ivar se rompe, la ha hecho sentirse mal, otra vez—. Es lo mismo que intentaste hacer con Freydis, sólo que a Margrethe intentaste asesinarla. Ivar yo te amo. Por los dioses, mira lo que acabo de hacer por ti, y tú no haces otra cosa más que mentir.

El chico está nervioso, no pensaba que ella lo sabría.

—Te amo Frida, nunca lo dudes. Esa vez yo estaba demasiado frustrado. Mis hermanos se acostaban con ella, quería ser como ellos, siempre lo he querido, lo sabes. No sabía lo que hacía, fui un tonto. No existe día que no me arrepienta de ello. Al final no pasó algo, ella se burló de mí, yo no pude controlarme y casi la asesiné, ella me calmó cuando mencionó tu nombre. No podía decírtelo, siento vergüenza. Espero que lo entiendas. 

Frida, después de verlo tan desesperado, vuelve a abrazarlo, la única razón (a parte del llanto de su esposo) es que se siente culpable también. Ella jamás le ha dicho lo que hizo en Inglaterra con Ubbe, y tal vez eso fue peor, porque ella lo hizo con su hermano. Por supuesto que esta nueva información la ha afectado, pero no hay día que Frida no vea dentro de esos ojos azules, y no se arrepienta de lo que hizo con Ubbe, por eso siente empatía por él.

—Margrethe no está bien. Ella sólo me ahorcó, si Hvitserk no hubiera estado ahí, yo estaría muerta.

—Ella debe pegar —vuelve a revelar Ivar, furioso.

—No, no fue su intención. No la tocarás Ivar Lothbrok, es momento de que olvides lo que pasó ¿Sí? Y yo también lo olvidaré.

—¿Acaso tienes intenciones de perdonarme?

—¿Qué sentido tiene? Pasó hace años. Me duele, y probablemente jamás lo olvide. Me has traicionado tanto Ivar, pero en realidad ya no sé qué esperar de ti.

Frida se separa del abrazo, para caminar a la habitación, dejando a Ivar en el Gran Salón. Él no la sigue, sólo se queda pensando.

Él ha roto su confianza totalmente, aunque Frida no pueda decirlo a la cara, pero prefiere soportarlo por aquella infidelidad con Ubbe. Ahora Frida ya no espera algo de Ivar, no podría. Sin embargo, ese amor no se ha roto o disminuido, ella aún siente esa conexión, y por ello, la chica se suelta a llorar silenciosa en esa habitación, sujetando su cuello que duele.

 Sin embargo, ese amor no se ha roto o disminuido, ella aún siente esa conexión, y por ello, la chica se suelta a llorar silenciosa en esa habitación, sujetando su cuello que duele

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Frida [Ivar The Boneless/Alex Høgh Andersen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora