3. La salida improvisada

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Como le había dicho a Natasha, Wanda la visitaría toda la semana, era nueva en el pueblo y obviamente no tenía amistades, tampoco podía negar que adoraba su compañía, para ser una señora con hijos era muy divertida y ocurrente, tenía un humor nada esperado en ella, tocó el timbre y esperó alisando su vestido.

– Buenas noches, Wanda – Escuchó al ver que abría la puerta

La castaña sonrió paseando la mirada por el cuerpo de la rubia, se sorprendió bastante de su atuendo que consistía en una falda y un top ceñido al cuerpo, normalmente usaba ropa holgada y cómoda – Hola, Natasha, te ves bien

– Gracias – Sonrió llevándose un mechón de cabello atrás de la oreja – Aún no puedo creer que me convencieras de esto – Rio levemente saliendo y cerrando la puerta

– ¿Por qué? – Se encogió de hombros restándole importancia – Solo iremos a tomar algunas copas a un bar, no te propuse una noche de fiesta con drogas, sexo y alcohol

Natasha rio ligeramente – Igual, siento que ir a bares no es lo mío ahora – Arrugó la nariz

– ¿Por qué? Y si dices porque eres madre, te empujaré cuando estés ebria – Rio levemente viendo como la rubia cerró la boca interrumpiendo su obvia respuesta

– Solo que a mi edad, los sábados por la noche no los uso para salir – Se encogió de hombros caminando al lado de ella

– A mí me gusta salir aquí – Sonrió viendo alrededor – Es tranquilo, puedes caminar ebria y tarde sin que pase nada

– Y la ventaja es que puedes caminar a todas partes – Sonrió – Una de las razones por las que me quise mudar

– Es un lugar muy lindo, aunque yo llegué de casualidad a vivir aquí – Se encogió de hombros

– No sé porque tenía la idea de que siempre has vivido aquí con tus padres

Wanda rio levemente negando – Mis padres murieron cuando era pequeña – Suspiró – He vivido en orfanatos y hogares provisionales desde siempre – Se encogió de hombros – Fue horrible cuando a mi hermano y a mí nos separaron, él se quedó con una buena familia que hasta ahora lo aprecia mucho, me sentí feliz por Pietro, de hecho insistí bastante que se vaya con ellos

Natasha estaba incrédula por lo que escuchaba, esa niña había pasado por mil desgracias diferentes y ella solo la juzgaba por ser joven y exitosa, como si toda la vida hubiera sido fácil para ella, se sentía realmente mal de haber preconcebido algo sin saberlo.

– No, Romanoff, quítame esa mirada, por favor – Advirtió la castaña

– ¿Qué mirada? – Frunció el ceño no sabiendo a lo que se refería

– La mirada de "pensé que eras solo una niña rica, pero ahora que dices todo eso me siento culpable por haberte prejuzgado"

– Esa es una muy específica mirada – Emitió ligeramente avergonzada – Pero perdón, jamás me hubiera imaginado que...

– No importa – Se encogió de hombros interrumpiéndola – No eres la primera y probablemente tampoco la última que piense lo mismo, está bien – Le sonrió ligeramente – Todos tendemos a prejuzgar a las personas, es lo común en los seres humanos, claro que con la gente que resalta por algo como dinero, posición, lujos, siempre se tiende a pensar que son gente que vivió fácil y obtuvo todo de la misma manera – Decía con tranquilidad entrando al establecimiento junto a Natasha

Ambas se acomodaron en una de las mesas, pidieron un par de tragos y se quedaron en silencio unos segundos, pues la rubia veía atentamente a Wanda pensando en si preguntar lo que tenía en mente o no.

El aroma de la coincidencia | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora