52. La explicación

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Estacionó de mala gana su auto en el edificio en el que solía vivir con su mejor amiga, subió a su piso y con la llave que aún conservaba entró al lugar, sabía que a Yelena no le molestaría, más aún por la sorpresa con la que la vio y la sonrisa que le dirigió inmediatamente.

– Wanda, ¿Qué haces aquí? – Emitió la rubia levantándose del sofá – Creí que para esta hora ya estarías reconciliándote con tu esposa

– Pues no – Suspiró dejando su maleta de ruedas al lado y yendo a sentarse a la sala – Ella quiere su espacio y se lo estoy dando – Se estiró – Aunque le dije que si no me quería en casa sería yo la que se piense nuestro matrimonio – Explicó aún incrédula de que no pasará la noche en su casa

– ¿Todo por esos papeles? – Preguntó confundida

– Dice que no sabe si puede confiar en mí, hasta se molestó de que venga contigo porque según ella tu suples mi necesidad al "siempre darme la razón" – Rodó los ojos hacia un lado – Estoy exhausta, Yels, siento que le he demostrado de mil maneras que la amo y haría lo imposible por ella, pero insiste en que no o algo así, ya ni sé – Emitió fastidiada

– Lo siento mucho, Wanda, no puedo creer que se esté comportando así contigo – La castaña apoyó la cabeza en su hombro mientras Yelena recordaba todo lo que le había dicho en la mañana

Wanda soltó una ligera risa y se alejó un poco de su amiga para verla a los ojos – ¿Quieres saber algo gracioso?

– Dime – La vio con curiosidad

– Ella piensa que estás enamorada de mí – Empezó a reír ante lo tonto que le sonaba la idea, la rubia empezó a fungir una risa similar

– ¿Qué? Pero... cómo... ¿Por qué cree algo así? – Preguntó intentando no lucir nerviosa

– No lo sé – Se encogió de hombros tratando de dejar de reírse – Simplemente discutíamos en la mañana y me dijo que si no me daba cuenta de que estabas enamorada de mí, yo me reí como ahora y le dije que era una locura, dejamos el tema de lado, pero no entiendo porque salta a esas conclusiones – Tomó aire acomodándose mejor para ver a Yelena a los ojos – A menos que en verdad lo estés... ¿Estás enamorada de mí Yelena?

– Sí, Wanda, me muero por ti – Empezó a reír junto a su amiga ante lo absurdo de la idea

La castaña la abrazó mientras dejaban de reírse – ¿Crees que me equivoqué al casarme con Natasha? – Preguntó después de unos segundos de completo silencio sintiéndose un poco reconfortada porque su amiga la sostenga

– No, Wanda, porque sino no tendrías a tus cuatro hijos y esos niños son lo que más amas, sin importar qué, a parte de que ella te hace feliz, veo que te ama, sé que tiene ciertos problemas y que se enoja sin tener razón, pero no creo que le importes menos, aunque en esta ocasión en concreto sí deberías esperar que ella tome la iniciativa de arreglar las cosas y si no lo hace, expresarle que eso te parece lo correcto – Suspiró siendo completamente sincera, adoraba a su amiga y no podía negar que seguía enamorada de ella a pesar de los años, pero si en verdad amas a alguien ves lo que es mejor para esa persona y Yelena sabía que lo mejor para su amiga sería volver con su esposa e hijos

– A veces necesito escuchar que no me equivoque con ella, y tú debes ser la persona que me lo diga – Sonrió ligeramente

...

Natasha estaba en el piso con su bebé, quien gateaba hacia ella, sonreía cuando la alcanzaba, Kyle hacía lo mismo constantemente, Wanda estaba con Leila en la mesa de centro, pintando sus libros con dibujos, Sophie y Mason estaban en el comedor terminando sus tareas, era un día normal, aunque los niños se daban cuenta de que sus mamás estaban algo raras desde ayer y hoy querían saber lo que sucedía.

El aroma de la coincidencia | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora