58. La culpa

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Abrazaba a su esposa de la cintura besando su cuello, la tenía sentada en su regazo mientras Kyle dormía y los niños estaban en la escuela, no podía agradecerle más a la vida, amaba a Natasha estaba totalmente segura de eso, su vida iba cada vez mejor, aunque aún no habían avanzado más de unas cuantas caricias y besos, pero al menos tenía que ponerse un límite mientras no le confesaba lo que había sucedido con Yelena.

– Dulce... – Susurró la rubia con una sonrisa – Estoy intentando ver la tele – Emitió acariciando su cabeza

– Pero yo solo te estoy dando besitos – Sonrió continuando

– Ya me dejé convencer de ponerme la pijama de nuevo, ahora pareciera que ni quieres que esté vestida – Bromeó acomodándose mejor en sus piernas

– Tal vez no quiera – Rio levemente acariciando sus brazos

Natasha notó su celular vibrar, se extrañó al ver quien le enviaba un mensaje, Wanda ni siquiera prestaba atención a lo que hacía mientras besaba su cuello y su mejilla pasando las manos por su cuerpo.

– Dulce... – La llamó su esposa

– ¿Sí, láska? – Sonrió hablando encima de su piel

– Yelena acaba de escribirme – Wanda se tensó notablemente alejándose un poco de ella para verla a los ojos

– ¿Qué dice?

– Quiere saber si irás a recoger tus cosas, no le contestas el teléfono desde que te fuiste ¿Pasó algo? – Preguntó viéndola a los ojos

– No – Mintió

– ¿Por qué no hablas con ella desde hace tanto, entonces? – Frunció el ceño dándose cuenta de que algo no estaba bien

– Porque... – Vio el piso pensando – No lo sé – Se encogió de hombros – Estamos tan bien juntas que...

– Wanda – Endureció su tono de voz – Dime la verdad

La castaña tomó aire y asintió – No quiero que pienses que te lo oculté, solo quería que nuestra relación estuviera bien para...

– Wanda

– Para que no te enojes conmigo, a parte que te juro que no es relevante lo que sucedió...

– Wanda

– Te juro que...

– Sino me dices ahora, me voy a levantar e ir a la habitación – Decía cruzada de brazos con una expresión de clara molestia

– Nat, te amo – Se apresuró a decir

– Te amo, ojos bonitos – Suspiró tomándola de las mejillas – Pero dijimos que no más mentiras ni ocultarnos cosas, no quiero discutir, aunque estés haciendo lo mismo, de nuevo

– Lo siento – La tomó con algo de fuerza de los muslos – Lo que pasa es que... – Empezó diciendo esperando lo mejor, aunque si su esposa se enojaba se lo tenía totalmente merecido – Tenías razón, Nat – Relamió sus labios con nervios – Yelena sí está enamorada de mí, pero te juro que no le di ningún motivo para que lo esté

– Eso ya lo sabía, dulce – Besó su mejilla sintiendo que Wanda se estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua – Lo descubriste recién y te sentiste incómoda, por eso no lo hablas, lo entiendo, amor – Le restó total importancia

– La noche en la que hizo los cócteles me besó – Decidió confesar antes de que se haga aún más grande – Yo le dije que no iba a engañarte con tu hermana y... – Su esposa se levantó de sus piernas – Nat – Se paró del sofá interponiéndose en su camino – Láska, no significó nada para mí, no voy a culpar al alcohol, pero...

El aroma de la coincidencia | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora