65. La paz ~ Capítulo final

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El vientre de su esposa se notaba realmente abultado, tenía dos bebés dentro suyo y no podía ser más feliz, besaba su abdomen mientras sentía que la emoción la invadía grandemente, su esposa parecía distraída viendo el televisor mientras acariciaba su cabello.

Natasha tapó su vientre con las mantas, aún utilizaba esos pijamas de dos partes que le quedaban bien, se abrazó a Wanda besando su mejilla mientras sentía a sus bebés.

– Te amo, me traes en las nubes – Dijo la rubia acercándose a besar la mejilla de su esposa

– Te amo, mi Nat – Sonrió volteando a besarla – Aunque solo te guste que esté embarazada – Rio levemente

– Claro que no, dulce – Le dejó varios besos en los labios – Yo te amo, aunque el que tengas a nuestros bebés en tu vientre te da mil pases libres en mimos, abrazos, besos y que te consienta todo el día básicamente

– Había olvidado lo bueno que era nuestro matrimonio cuando estoy embarazada – Alzó las cejas sugestivamente

– Tienes suerte de que te ame, Maximoff – Rio levemente llenándola de besos

– La tengo – Aceptó poniéndose de lado – Perdón por quedarme dormida ayer a la hora de dejar a los niños en la escuela – Acarició su mejilla

– No te preocupes, ojos bonitos – La atrajo a ella – Sé lo mucho que se mueven nuestros bebés en la noche, casi ni te dejan dormir, dulce, no te tienes porque sentir mal

– Tú estás despierta conmigo hablándole a los bebés para que se calmen, tampoco descansas bien, láska – Se quejó haciendo un leve puchero

– Pero no pasa nada, amor – Besó su mejilla repetidas veces – El embarazo es exhausto, peor aún que tienes dos bebés dentro, no tienes porque preocuparte por esa clase de cosas, vas a la fábrica, trabajas en tu laboratorio, estás con los niños casi todo el día, eres la mujer maravilla – Bromeó abrazándola a ella y dejándole besos en los labios

– Eres muy linda – Rio levemente correspondiendo sus besos

La puerta de su habitación se abrió abruptamente y entraron sus dos pequeños hijos, subieron rápido a la cama, ambas se separaron pero sonrieron al ver a Kyle y Leila al lado suyo.

– Vinimos a ver a nuestros hermanitos – Dijo Leila con una sonrisa – ¿Podemos, mamá?

– Claro que sí, princesa – Sonrió Wanda sentándose un poco en la mesa

– Pero con cuidado ¿Okay? – Advirtió Natasha poniendo a Kyle encima de su regazo

– Sí, mami – Asintió Leila

La castaña se retiró las mantas del abdomen, Leila posó su mano y acercó su rostro.

– Hola hermanitos, ya quiero verlos y abrazarlos, también ver las caricaturas con ustedes – Sonrió – Aunque estén ahí dentro también podemos, hacía eso con Kyle o eso me dicen mis mamás, yo no recuerdo – Se encogió de hombros

– Mamá ¿Dónde están los bebés? – Preguntó Kyle con curiosidad

– Ya están algo grandes, así que no pueden cambiar de posición – Explicó la castaña tomando la mano de su hijo – Por lo que tu hermanita está aquí – Llevó su pequeña mano a la izquierda de su vientre – Y tu hermanito está al otro lado – Sonrió guiando su mano

– Entonces – Dijo Leila acomodándose mejor – Aquí está Emil – Señaló por donde estaba la mano de su hermano – Y aquí está Liana – Sonrió con ilusión

– Exacto – Asintió Natasha

– ¿Por qué no se mueven? – Preguntó la más pequeña

– Porque están dormidos – Respondió la castaña encogiéndose de hombros – Los bebés están despiertos por la noche, y en el día se duermen

El aroma de la coincidencia | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora