11. La verdad

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Habían pasado unos días desde que habló con Wanda, había intentando llamarla, pero era inútil, ni sus mensajes le llegaban, se sentía sola sin ella, necesitaba verla, hablar sobre sus vidas, ahora admitía que también moría por besarla de nuevo, pero después de saber lo que pasó, dudaba si la castaña quería lo mismo ahora también.

Se encaminó a la cafetería favorita de Wanda, iba ahí últimamente mientras pensaba en ella y como arreglar todo cuando vuelva, su sorpresa fue grande cuando justamente la vio salir del establecimiento con su bebida acostumbrada, frunció el ceño llamándola por teléfono, parecía que ni su celular ni sonaba, se aproximó a ella poniéndose en frente cruzándose de brazos.

– Pensé que estabas de viaje – No quería sonar como si le reclamaba algo, pero lo hacía

– Pues no – Se encogió de hombros abriendo la puerta de su auto y entrando

– Wanda – Detuvo su puerta – ¿Qué pasa? Habla conmigo, por favor

La castaña subió sus lentes de sol a su cabeza – Pasa que me tengo que ir a la oficina ¿Sueltas mi puerta? – Preguntó no queriendo jalarla y herir a Natasha

– Dame solo cinco minutos, por favor – Pidió viéndola a los ojos

– Okay, Romanoff – Suspiró como si su cerebro no gritara que olvide lo que vio y vaya a la casa de Natasha a conversar como siempre

– Voy a subir ¿No te molesta? – Preguntó tímida

– Adelante – Se encogió de hombros

Natasha subió a la parte de copiloto y se volteó viendo a Wanda – Escúchame, sé lo que viste ese día y no creas que es algo importante, sé que Steve es un idiota y yo más por acostarme con él, pero fue algo de un momento y ya, entiendo que tú y yo no teníamos nada serio, pero no era mi intención que me vieras con él

– Como tú misma dijiste tú y yo no éramos, ni somos nada – Se encogió de hombros – La que no estaba lista para una relación eras tú, no yo – Suspiró apoyándose en su asiento – No te estoy juzgando, sé que eres libre, pero poner la culpa en mí no hace que mejoren tus decisiones – Fue sincera – Yo fui consciente de lo que te pedí, siempre supe que si quería algo contigo estaban tus hijos incluidos, no soy estúpida, pero tú torciste mis sentimientos, yo lo dejé pasar por alto, pero con esto, creo que ya no puedo resistir más – Se encogió en el asiento intentando hacerse pequeña

– No, Wanda, escúchame, yo jamás volveré a tener nada con Steve, me quedé cuestionando porque hice lo que hice, pero...

– Natasha – La interrumpió viéndola a los ojos – Mis sentimientos siguen ahí, pero yo no quiero que descubras conmigo lo que él no fue, no quiero ser su mejor versión, solo quiero ser yo misma para ti y tu familia, así que dame tiempo ¿Sí?

– Está bien – Asintió entendiendo perfectamente lo que decía

– Y no te preocupes, iré a ver a los niños cuando pueda y también seguiré a una llamada tuya por si algo pasa, claro que tengo que desbloquearte primero para eso – Suspiró – El punto es que no te preocupes...

– ¿Me das un abrazo? – Pidió sintiendo toda la falta que le había hecho en estos días

La vio dudosa, era cierto que no podía ceder a la primera, pero a ese rostro no podía negarle nada – Okay – Asintió, notó que fue una mala idea cuando Natasha se puso encima suyo a horcajadas

Wanda no supo cuando fue tan rápida, solo se acercó a ella y escondió el rostro en su cuello, respiró profundamente llenándose del aroma que había creado para ella, había estado repitiendo la fórmula en su mente cada vez que pensaba en quererla tener cerca, era lo más nerd que podía hacer, así que no iba a confesárselo, menos ahora.

El aroma de la coincidencia | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora