61. La disculpa

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Ordenaba la habitación de la menor de sus hijas, tenía los juguetes regados por el piso, sabía que ella debía ordenar sus propias cosas y normalmente lo hacía sola o junto a ella, pero si podía darse el tiempo de ordenar, lo haría, empezó por poner todo en su lugar para tender su cama.

– ¿Qué haces, dulce? – Escuchó de la puerta

– Termino de arreglar la habitación de Leila – Sonrió – Le pongo el aerosol desinfectante que dices para los juguetes – Dijo pasándoselo a los peluches y demás que ya estaban en su lugar, acomodó el dodo de su pequeña y le puso aerosol también – Ya está

– ¿Por qué estás ordenando? – Preguntó extrañada sentándose en la cama de su pequeña

– Porque estaba desordenado – Se encogió de hombros sentándose en el regazo de su esposa

– Estás intentando mantener tu mente ocupada – Desde que Yelena se fue hace unas semanas su esposa había estado realmente decaída

– Tal vez – Suspiró apoyándose en Natasha – Es extraño como antes solo podíamos textear o llamarnos unas cuantas veces y no vernos por semanas, pero ahora que hacemos lo mismo siento una tristeza inmensa – Confesó

– Tal vez porque antes solo estaba a una llamada de distancia – Se encogió de hombros – Odio verte triste, dulce – Le dejó varios besos en los labios

– No debes de preocuparte – Se encogió de hombros – Ya será el cumpleaños de Leila y nuestro aniversario de bodas está cada vez más cerca, también está mi nuevo proyecto, extraño a Yels con el alma, pero está bien, tiene un nuevo trabajo, debo estar feliz por ella – Decía con resignación

– Está solo a cinco horas en carretera, puedes ir a verla cuando quieras – Acarició la mejilla de su esposa

– No sé cuando esté lista para verme – Intentó sonreír – Pero bueno... el punto de hacer cosas es no recordarla, así que iré a ordenar la habitación de Mason

– Dulce – La abrazó a ella cuando hizo el ademán de levantarse – Mason no quiere que entremos a su habitación, él la limpia y debemos respetar su privacidad

– Pero tal vez las repisas...

– Wanda – Endureció un poco la voz – ¿Por qué no mejor vamos a la habitación? Kyle está tomando la siesta, hagámoslo igual – Empezó a besar su cuello

La castaña rio levemente poniéndose a horcajadas en sus piernas, sintiendo como su esposa empezaba a besarla.

– No pareciera que quieres tomar una siesta – Rio levemente mordiendo su labio inferior mientras sentía la boca de su esposa bajar hacia su cuello de nuevo – Nat – Mordió su labio inferior sintiendo como las manos de su esposa empezaban a apretar su trasero – Pero la caliente de la relación soy yo... – Se burló

– Lo eres la mayoría del tiempo – Jaló a su esposa recostándose en el colchón, volviendo a tomar sus labios

Wanda rio con ligereza correspondiendo sus besos, paseaba las manos por los costados de su esposa, estaba tan feliz de estar a su lado.

– No nos vamos a seguir enrollando en la cama de nuestra hija – Intentó decir la castaña entre besos

– Vamos a la habitación entonces – Mordió el labio inferior de su esposa con cuidado

– Pero a tomar la siesta – Advirtió señalándola

– A dormir, lo prometo – Asintió

– Tus manos en mi trasero no dicen lo mismo – Rio levemente cuando sintió que volvió a apretarlo – Ya deja de profanar la cama de nuestra bebé y vamos a la habitación

El aroma de la coincidencia | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora