35. El invitado

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Estaba concentrada en darle de comer a su bebé, ya había cumplido seis meses de nacida, por fin podía comer aunque aún no sólidos, la cena de esa noche era una papilla de zanahoria, era lindo verla por fin sentada en la mesa con todos, aunque se demoraba un poco más terminando de darle su comida, aún no resolvían bien su rutina, pero le daba un biberón con agua mientras todos comían y algunas cucharaditas de su papilla, hasta que termine de comer ella o su esposa y solo se concentre en darle de comer mientras la otra acostaba a los niños, había sido un poco difícil al principio, pero se iban adaptando, Mason y Sophie eran muy colaboradores cuando se trataba de ayudarlas con su hermanita, ninguno se iba de la mesa sin antes despedirse de la pequeña, estaban siendo unos muy lindos meses.

– Ya terminé de acostar a los niños – Escuchó la voz de Natasha desde el pasillo

– Ahora termina Leila de comer ¿Por qué no vas a la cama? Voy en unos minutos – Respondió sin verla limpiando un poco de restos alrededor de la boca de su bebé con su babero

– Ojos bonitos, necesitamos hablar – Suspiró poniéndose enfrente de ella

– Ya te dije lo que opino, no pienso hablar de nuevo – Alzó un poco la vista

– Es que no puedes simplemente tomar a nuestra hija e irte – Se cruzó de brazos

– Solo es una noche – La vio atenta – Y ya te dije que si quieres que Leila conozca a tu padre, la que se irá seré solo yo, y volveré cuando él ya no esté

– Dulce – Suspiró perdiendo un poco la paciencia, se sentó al lado de su bebé para que Wanda la vea – Mi papá viene a nuestra casa a ver a los niños y a conocerte, sé que no es lo ideal después de que...

– No se presentó en nuestra boda y llega de visita ahora que tu ex esposo también está en la ciudad, sin mencionar que en este momento está tomando una cerveza con él seguramente – Decía con seriedad notando que ya le faltaba poco a su niña para que termine del plato

– Amor – La vio a los ojos – A mí me afectó que él no quiera ir a mi boda ni conocer al amor de mi vida o siquiera mostrarse cuando Leila acababa de nacer, pero... – Acarició la mejilla de su pequeña, acto que la hizo sonreír de inmediato – No quisiera que parezca que te oculto, si él viene, nosotras no vamos a fingir no estar casadas o no tener hijos en común, diga lo que diga yo lo corregiré y te defenderé, insisto en que no es lo ideal, pero nunca lo has conocido y quiero que vea que no importa lo que piense de mi vida, yo soy muy feliz contigo, tú eres mi esposa, Wanda Maximoff, y nada ni nadie lo va a cambiar nunca

La castaña sonrió ligeramente terminando de darle de comer a su bebé en silencio, limpió los restos de comida con su babero y se lo quitó levantando a su niña con un brazo.

– Está bien, láska – Le sonrió a la rubia mientras llevaba con la otra mano el plato y la cuchara de Leila al lavabo de la cocina – Pero te advierto que si se atreve a cuestionar algo de nuestra forma de vida, a mi no me importa lo que responda o que sea mayor, yo no me voy a morder la lengua

– Por eso te amo – Sonrió besando su mejilla – Yo no quiero que finjas ni que te comportes sumisa, quiero que te conozca y entienda porque me haces tan feliz y porque fue tan buena idea casarme contigo – Wanda volvió a sonreír sintiendo sus mejillas sonrojarse mientras tomaba a su bebé con ambos brazos

– Te amo, mi Nat – Suspiró besándola en los labios

– Hace poco cumplimos un año de casadas y tres de conocernos – Sonrió levemente acariciando su mejilla – No quiero que se arruine nuestra buena fortuna solo por una visita

– Tienes razón – Suspiró viendo como Leila empezaba a cerrar sus ojos de cansancio

– Ya hay que llevar a nuestra princesa a dormir – Sonrió Natasha viendo como su esposa recostaba a su bebé en su hombro

El aroma de la coincidencia | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora