5. La visita a la fábrica

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Volvía a su departamento, después de haber desayunado en la casa de Natasha, ni siquiera mencionaron lo que sucedió en la madrugada, la ciudad se veía desolada, pero la fábrica no podía dejar de funcionar, así que debía ir, Steve llegó a recoger a Sophie y Mason, Wanda en un rato iría por la rubia para enseñarle la fábrica, ya que más tarde su ex esposo dejaría a sus hijos ahí, pues estaba más cerca a la ciudad y Mason tenía muchas ganas de ir a conocer el lugar.

El camino al departamento fue realmente tranquilo, muy desolado, sí se notaba en las plantas dobladas que la tormenta fue fuerte, las calles desoladas, pero no encontraba ningún poste o árbol caído, creía que sería en las afueras las imágenes que Natasha le mostró.

La mirada que le dirigía Yelena era realmente curiosa, sentía que la juzgaba a la vez que quería saber todo lo que pasó esa noche, aunque no era la primera vez que dormían juntas, Wanda se metió a su habitación para poder bañarse y alistarse para ir por Natasha, su mejor amiga la hostigó con preguntas mientras la seguía hacia su habitación, la castaña le dijo que hablaría con ella cuando esté vestida.

Abrió la puerta antes de eso, pues necesitaba la ayuda de Yelena para poder elegir lo que se pondría ese día, estaba nerviosa por lo que había pasado, y el ver así a Wanda le generaba mil ideas en la cabeza.

– Ese vestido es elegante, pero a la vez dice que quieres que te lo arranque – Decía señalando el vestido azul que Wanda sostenía en su mano izquierda – Y el otro está más coqueto y a la vez como que quieres, pero no, pero se nota que sí – Emitió señalando el otro perchero

– Rojo será – Sonrió dejando el otro en su cama y empezó a ponerse el vestido, era strapless con unas manguitas que no tapaban sus hombros, la falda era arriba de las rodillas con una pequeña abertura al lado – Ahora accesorios – Decía sentándose en su tocador

– Ya dime que pasó con tu...

– Si le dices milf, no te diré nada – Advirtió interrumpiéndola

– Solo cuéntame qué pasó – Insistió

– Casi nos besamos – Mordió su labio inferior con una sonrisa evitando un pequeño grito de emoción

– ¿Cómo que casi, Wanda? – Soltó en una queja

– Es que... estábamos abrazadas, hablábamos casi que en la boca de la otra y justo cuando ella pone sus labios sobre los míos, la puerta sonó, era Sophie, su hijita, estaba asustada por la tormenta – Suspiró con pesar

– No, Wanda, no, esa es una señal, deberías de dejar que la señora siga con su vida de madre, ir a visitarla ocasionalmente porque ya te encariñaste, pero no puedes intentar nada con ella – Decía convencida

– Es que no la quiero dejar, menos ahora que sé que también siente algo, también le atraigo, quiero arriesgarme porque ella es genial, me hace sentir tan especial, completa, valiosa, y no porque no me crea ninguna de esas cosas, sino porque ella lo hace sin siquiera intentarlo ¿Sabes? – Decía terminando de arreglarse

– Wanda, estás demasiado centrada en ella y sus hijos, no hay día que no los menciones y no quiero que salgas lastimada, sé que ese corazón tuyo se muere por una familia, aunque nosotras digamos lo contrario, piensa que esos niños tienen un padre y que la mamá tal vez solo se quiera divertir un rato contigo o no lo sé – Intentaba bajarle los ánimos a su amiga al respecto

– Gracias por preocuparte, Yel – Decía metiendo lo último que necesitaba a su bolso – Pero quiero arriesgarme, que tal si le gusto, sé que ella viene con sus hijos y ellos son lo más adorable del mundo, estoy pensando demasiado en algo que tal vez jamás suceda, pero sé que estarás ahí para recoger los pedazos de mi corazón roto si me rechaza, eso me basta y me sobra – Sonrió abrazando a su amiga – Nos vemos después, adiós

El aroma de la coincidencia | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora