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No fue difícil convencer a Tomson de irse sin él. El entrenador se limitó a mirarlos a ambos, y negó una vez antes de irse no sin advertirle a Navarro que lo quería en la práctica siguiente, sin ningún pretexto. Decidieron salir por separado para no animar más a los periodistas y se reencontraron en el departamento del defensivo. La lluvia los sorprendió en el camino así que llegaron empapados al lugar. Lucas se cambió primero con un pijama que le prestó Rivera. Le quedaba grande, pero tenía su aroma impregnado y Lucas disimuló varias veces la forma en que inhalaba de la tela.
Se sienta en el amplio sofá y cruza las piernas esperando a que Tyler salga de la habitación. Lo hace después de unos minutos, el brazo aún dentro del cabestrillo. Lucas aún siente un ligero remordimiento en el fondo del pecho, pero tal vez esa conversación pueda esperar, porque hay algo más importante que hablar. Rivera se sienta frente a él imitando su postura. Sus rodillas se chocan, pero ellos apenas se miran. Después de esa intensa sesión de besos, es como si no supieran actuar junto al otro.

-Entonces...

-Lucas...- hablan al mismo tiempo, interrumpiéndose. Se miran por fin y ríen levemente.

-Tú primero- dice el mariscal. Tyler parece tomarse su tiempo, inseguro de por dónde comenzar.

- ¿Por qué te fuiste? -pregunta Tyler. Es que necesita escucharlo de Navarro.

-Lo que decían...la presión y los reporteros y...no lo sé. Era abrumador. -Rivera asiente.

- ¿Y no te importó dejarme aquí?

Lucas inhala y se pone de pie seguido del 46. El mariscal da dos pasos antes de volverse hacia él.

-Tú nos diste la espalda primero, Tyler- dice con molestia en la voz- No te importó dejarme solo, ¿Olvidaste eso? Tú te encerraste en el gimnasio lejos de mí.

-Nunca te dejé solo, Lucas. Siempre estuve para ti. Solo quería protegerte- responde con el mismo tono.

Algo está estallando en medio de ellos dos. El fuego de lo que quedó sigue ahí, pero quizá es necesario. Quizá necesitan dejarlo arder para que pueda consumirse por fin. Para que el enojo y las cosas del pasado se desaparezcan, para que esas sombras no puedan perseguirlos nunca más.

-No necesito tu protección- dice entre dientes.

-Es gracioso que digas eso dadas las circunstancias. -responde el 46 y eso obliga al mariscal a mirar su brazo herido- ¿Cuál es el maldito problema en que quiera protegerte?

-Por supuesto que no lo entiendes- espeta y se cruza de brazos.

-Entonces explícame, Lucas. Eso que es tan evidente y que yo no entiendo.

- ¡Que no son un bebé al que debas de proteger! ¡No soy débil! ¡No necesito tu protección ni que vengas como un macho a marcar tu territorio!

- ¿Por eso crees que lo hago? Cielos, Lucas. Eres un imbécil. ¡Te protejo porque te amo, grandísimo idiota! ¡Cuando amas a otra persona, eso es lo que haces! ¡No te vas y los dejas solos!

- ¡Tú no saliste detrás de mí!

- ¡Porque tú no debías irte en primer lugar! ¡Si me hubieras pedido que me fuera contigo, lo habría hecho! ¡Habría dejado todo esto sin dudar por estar contigo!

Navarro parece genuinamente asombrado por eso. Rivera retrocede inhalando profundo. Se pasa la mano por el rostro y mira al techo como su buscara una forma de contenerse.

-Esto no funciona- dice por fin- gritarnos y...no llegaremos a ningún lugar.

Lucas sabe que tiene razón. Y es que en medio del enojo es más fácil culpar y señalar al otro antes de admitir los errores propios. Quizá es el momento de hacer las cosas diferentes, porque tal vez de eso se trata el amor. De tener el poder para destruir al otro y aún así elegir no hacerlo. Saber dónde puedes herirlo, pero decidir guardar las armas. Decidir protegerlo por encima del enojo, por encima de todo.

Tiempo FueraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora