Ya en camino Changbin sentía unos nervios extremos, el miedo a fracasar lo carcomía por completo a pesar de que Seungmin le había repetido un millón de veces que todo iba a estar bien. Pero aún así mantenía un semblante tranquilo, se negaba a alterar a todos o a dejar ver el miedo que tenía, era algo inaceptable.
Llegaron al lugar tras unos 40 minutos de viaje, unos kilómetros antes Changbin había apagado las luces del vehículo y reducido la velocidad, buscando ser lo más invisible posible. Que el auto fuese negro era una gran ayuda, nadie podía negarlo.
—Bien, nos encontramos más o menos a unos 100 metros de la trampilla que encontramos ayer, recuerden ser silenciosos, sin discusiones ni estupideces de por medio— comenzó a hablar el menor, acaparando toda la atención— Vamos a bajar y a entrar todos juntos, depende de lo que encontremos dentro veremos si nos separamos o no.
Todos asintieron con la cabeza para luego bajar del vehículo y comenzar a seguir a Changbin, quien iba adelante guiando a los dos que no sabían donde se encontraba la trampilla. Llegando al lugar buscó a Seungmin con la mirada, para preguntarle si ya podía abrirla, a lo que el menor asintió.
Para su suerte no existía ningún candado ni cerradura que detuviera lo que estaban haciendo, cosa que los aliviaba bastante. Finalmente la trampilla quedó abierta, permitiendo a los jóvenes bajar.
Se encontraron con un pasillo que se extendía hacia la derecha, siendo ese el único camino que podían seguir. Siguieron el camino en silencio, procurando ser lo más sigilosos posible. En el final se encontraron con dos puertas, una que quedaba frente a ellos y otra que estaba a su izquierda.
Quedaron parados en silencio analizando la situación, Seungmin creía que no podía ser tan fácil, el encontrar a Yongbok en la primer habitación a la que entrarán era demasiado sospechoso. Es como si el secuestrador quisiera que lo encontraran.
—Creo que debemos abrir ambas— sugirió Jisung en un susurro.
Minho no tardó mucho en ejecutar aquella acción, abriendo la puerta de metal que se encontraba frente a ellos, dejando ver que el pasillo continuaba tras ella.
Bingo. Ahora Kim comprendió, no, no era tan fácil como parecía.
—Sigamos— ordenó el castaño.
—¿No nos fijáremos en esta?— cuestionó Changbin señalando la puerta a su izquierda, a lo que Seungmin negó.
Los demás continuaron su camino, pero algo le decía a Seo que debían fijarse en esa puerta. Sentía una atracción enorme, como si una soga lo arrastrara hacia adentro. Intento ignorarla para seguir las instrucciones de Seungmin, hasta que escucho un pequeño ruido prevenir desde el otro lado.
—¡Chicos!— llamó el pelinegro, sin moverse del lugar esperando escuchar otro ruido para entrar.
Nuevamente un leve sonido llegó a sus oídos, provocando que accionara sin siquiera pensarlo.
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