18.

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18. Familia.

Era una cena silenciosa, nadie pronunciaba palabra, el único ruido que se emitía era de las manejillas del reloj en el gran comedor, spreen estaba seguro de que si se caía un alfiler se escucharía fuertemente en toda el lugar.

No era una imagen que te imaginarias de una familia que ante los ojos de los vecinos parecia perfecta.

Una ama de casa dedicada a su familia e hijo, un padre trabajador que sustenta la casa y un hijo único que tenía los mejores promedios.

Después de todo es cierto lo que dicen, las cosas nunca son como parecen.

Un adolescente comía su plato de sopa, esta estaba insípida como siempre, no parecía ni siquiera que le hubieran hechando un poco sal, pero no podía sorprenderse, toda en esa casa se describía con esa simple palabra "insípida".

Insípida su ropa.

Insípida su comida.

Insípida sus sentimientos.

Insípida sus metas.

Insípida su vida.

-Cariño ¿conseguiste a alguna chica para ir contigo al baile?- Su mamá rompió el silencio, tenía buenas intenciones pero spreen hubiera preferido que se quedara callada, no quería hablar de esos temas mucho menos frente a su molestoso padre.

-No aún. -Spreen habló sin mucho interés, en realidad un par de compañeras de clases lo habían invitado pero el las rechazo ya que así podría tener una excusa para quedarse en su cuarto jugando videojuegos.

-¿Con quien planeas ir entonces? ¿Con ese amigo raro que tenés o que? - Su papá comentó con un claro fastidio, spreen no era ignorante ante la idea que tenía su padre de carrera, pero aún así siempre que escuchaba como hablaba de su amigo la sangre le hervía.

Spreen sólo guardo silencio apretando su cuchara fuertemente, sabia que si decía algo todo se iba a complicar y terminarian peleando como siempre lo hacían.

-¿Por qué te quedás callado? ¿Si vas a ir con el?- Una mueca de desagrado se formó en su rostro-¡Sobre mi cadáver!- El padre de Spreen gruñó del enojo, sus ojos reflejaban completamente el desprecio que tenía ante esa idea.

El padre de Spreen nunca se llevó bien con los amigos de su hijo, no creía que fueran una buena compañía y sentía que ellos volvieron a su hijo rebelde, tal vez lo último si fue verdad pero no en una manera negativa.

Su padre le tenía un desprecio especial a carrera desde el día que los escucho bromeando muy "extraño y sugerente" sobre que tipo de relación tenían, era una broma de amigos, pero al parecer su padre quedó atrapado en el siglo pasado.

-No, carrera ya tiene un cita para el baile.- Spreen comentó buscando que su padre por fin se callara, grave error.

-Así que hasta ese tiene una cita.- Su mamá susurro sorprendida y con un tono algo enojada , pero Spreen y su padre pudieron escuchar, el sólo contaba números mentalmente para poder controlar su enojo.

-Típico de tu hijo ponernos en vergüenza. - Su padre escupió con veneno, ¿cuántas veces había escuchado a su padre decir eso a lo largo de su vida? tantas veces que perdió la cuenta.

-Eduardo... - Su mamá iba a hablar pero Spreen no pudo contener su enojo y la interrumpio.

- Claro que es típico de mi, después de todo, de tal palo tal astilla ¿no? - Spreen miró a su padre, su sonrisa era la defencion de cínica y sus ojos reflejaban desprecio.

-¿¡Cómo te atreves?! ¡Vas a estar castigado!- El rostro de su padre estaba completamente rojo de la furia.

- ¿No sabés como más defenderte? - Spreen rio burlonamente antes la mirada preocupada de su madre.

-¡Vete a tu cuarto ahora, no te quiero ver hasta mañana!-

Spreen tenía aún esa sonrisa, después de decirle un "gracias por la comida" a su madre se fue a su habitación.

Para el eso no era un castigo, estar alejado lo más posible de su padre era la bendición más grande que podia tener.

Se acostó en su cama, previniendo posibles efectos colaterales no se puso a jugar videojuegos, lo que menos quería ahora era que su padre nuevamente los rompiera con un martillo, aunque el no los había comprado o que se le ocurriera levantarle la mano de nuevo.

Miraba el techo un poco aburrido, estaría largas horas sin hacer nada, ni siquiera comería de seguro, así que su mente no pudo evitar divagar, en cierta forma pensar demasiado lo preparaba para más adelante y era una forma de desconectarse de la realidad.

Detestaba esa familia.

Rosa, su madre era una ama de casa sumisa y sin voz, completamente dedicada su esposo o como él prefiria llamarle una mujer que ponía la felicidad de su esposo sobre la de su hijo, que no le gustaba estar metido en sus conflictos y una madre que nunca lo defendería de las burlas, malos comentarios y castigos físicos de su padre.

Eduardo, su padre, o como le decía el aborto de la naturaleza, castigo de los dioses, la persona más pelotuda que se cruzaría en su vida. Aparte de ser un intolerante con todo, quería que todo se hiciera y cumpliera como el quería, vivir con él era simplemente insoportable, parecía un simio que no sabía arreglar las cosas si no gritaba o golpeaba.

Spreen soñaba con poder escapar, tener su propia vida, su propio rumbo.

Spreen soñaba que sus dediciones y opiniones fueran tomadas en serio y no como un simple chiste.

Y lo que más soñaba es nunca ser como su padre, alguien que usaba y pisoteaba a los demás por su propio beneficio y ambiciones.

...

Pero... ¿Spreen podría cumplir todo eso?









 ¿Spreen podría cumplir todo eso?

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¡¡¡¡HOLAAA!!!! ¿Cómo están?

Yo con dolor de cabeza pero siempre cumpliendo uwuuwuwuw.

¿Vieron el directo? ahuevo que Juan es el hijo del profeta 😈

Este capítulo lo escribí para ver un poco más del pasado de los personajes, en el próximo capítulo va a ser de Juanito.

Sin nada más que decir, os deseo un gran día.

Bayyyyy

-willi.

𝘕𝘰𝘵𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘢𝘥𝘢. #𝙨𝙥𝙧𝙪𝙖𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora