34.

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34. Tengo un problema.

—¡Cierra la puta boca! ¡¿Solo me usaste?! ¡¿Solo era una herramienta para ti?! ¡Eres un maldito egoísta! —

El chico de cabellos marrones lo empujó agresivamente, él no hizo nada para defenderse, recibió el empujón sin quejarse, sentía que lo merecía, sentía que merecía todas esas palabras crueles y llenas de odio, sentía que merecía todos los golpes que el hechicero estuviera dispuesto a darle.

—¡Respondeme! ¿¡No sentiste nada por mi?!—

Finalmente al escuchar sus ruegos lo miró, en el rostro de Juan las lágrimas salían sin parar y estaba rojo del enojo que sentía, de la importancia que sentía.

—N-No... — Su voz sonaba débil, no podía hablar, el nudo en la garganta no le dejaba. —Te amo Juan.—

—¡Eres un cínico de mierda! ¡Si me amaras no hubieras hecho esta mierda!— Con enojo el hechicero saco una revista, eso no estaba antes, apareció de la nada confundiendolo, Juan le tiro la revista en el pecho.

El la agarró, miró la portada, y su corazón latió a toda velocidad al ver que en la primera plana aparecía Juan.

"Hechicero en tortillaland
¿Estafador o verídico?"

—Y-Yo no hice esto...— Ahora el también lloraba, sus lágrimas salían pesadamente, el no podía haber publicado esto, el no debió haber publicado esto, ¿cómo pudo publicar esto?

(...)

Sus ojos se abrieron de pronto, gotas de sudor decoraban su frente y bajaban por su cuello, sentía frío, sentía dolor, sentía culpa. Su pecho subía y bajaba agitado, era como si no hubiera podido respirar en un largo tiempo.

Se quedo unos segundos mirando el techo, intentataba calamarse, solo fue una pesadilla, nada más, solo eso, una tonta pesadilla.

Aunque sabía que todo solo fue una ilusión desgarradora creada por su mente para joderle la noche no podía evitar que lo afectará, estaba intranquilo, asustado.

Sin intenciones de hacer mucho ruido y sin ganas de levantar al contrario se sentó en la cama, miro preocupado a su costado, Juan dormía plácidamente, se había enrollado en toda la colcha y se había hecho un pequeño bollo mientras dormían.

Estaba tan tranquilo, sus cabellos marrones caían por su bello rostro y tenía una pequeña sonrisa, al parecer estaba teniendo un buen sueño.

Pero para el, los recuerdos de esa pesadilla lo seguían atormentado. Juan lloraba y lo miraba con odio, con tanto odio que parecía que quería asesinarlo con sus propias manos.

Necesitaba un poco de agua, tenía que aclarar sus pensamientos, tenía que olvidar todo lo que soño.

Lentamente bajó de la cama, antes de salir del cuarto miró por unos segundos a Juan y salió. Bajo las escaleras de madera y se dirigió a la cocina, se sirvió de un hervidor un poco de agua caliente en un vaso.

Cuando estaba a punto de tomarlo escucho unos pasos detrás de él, ¿había despertado a Juan sin querer?

—¿Aún tenés imnsonio?— No era Juan, era su padre, al parecer tampoco podía dormir bien porque se veía tan mal como él o peor.

—Ah... No, solo tenía sed.— Spreen dejó el vaso a un lado, irónicamente sin tomar nada. —Seguiré durmiendo, buenas noches.—

Spreen estaba dispuesto a irse, no le gustaba hablar con su padre y justo ahora tenía mucho menos ganas de hacerlo, luego de despedirse educadamente de su padre comenzó a pisar los primeros escalones de la escalera.

𝘕𝘰𝘵𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘢𝘥𝘢. #𝙨𝙥𝙧𝙪𝙖𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora