Extra 2

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51. Extra 2.
Dilo de nuevo.

Los rayos del sol entraban traviesamente por la ventana, las cortinas de un suave color turquesa estaban acomodadas en cada lado permitiendo que la luz iluminara por completo el cuarto. Y los dos chicos seguían dormidos mientras se abrazaban fuertemente, no parecían querer levantarse pronto aún a pesar de que hace mucho había sonado el despertador.

Eran las diez casi once de la mañana y ellos aún parecían estar en un profundo sueño, estaban tan cómodos y agustos al lado del otro que lo que menos querían ahora era alejarse. Dos enamorados que aprovechaban cada momento que tuvieran para sentirse cerca, era inevitable.

Si fuera por ellos estarían así por algunas —varias— horas más, pero una gata ya frustrada de que no le prestarán atención combinado con su hambre y sueño no se los permitiría. Pelusa salto sin piedad sobre su dueño, era casi imposible no despertarse con ese fuerte impacto en la cintura.

Spreen solto un quejido de dolor, con rapidez se levantó para mirar que había pasado. Su gata salto nuevamente pero está vez para el lado libre de la cama, pelusa lo miraba desde la esquina mientras movía su cola una y otra vez.

—Pelusa, agh...— Se quejo mientra se sobaba la cintura. Su gata maullo indiferente y se acercó a él para sobarse en su brazo. —Me maltratás y ahora me das amor, sos una loca.—

Pelusa ignoro sus quejas y él no pudo enojarse más con ella, comenzó a sobarle con cariño su cabeza. Pelusa era un amor sin duda.

—Spreen...— Un juan adormilado hablo a su lado, lo abrazo flojamente por la cintura intentando traerlo de vuelta a él. —Vuelve a domir chingada madre...—

—Sos un maleducado, gafotas.— Hablo conteniendo una carcajada, su gata por su lado amenazaba con aruñar al hechicero, ellos no se llevaban muy bien que digamos. Él se dio cuenta de esto y bajó a pelusa de la cama ganándose un maullido molesto de parte de ella.

Miró la hora en el despertador y sus ojos se abrieron de la sorpresa, era tarde, muy tarde.

Se levantó abruptamente de la cama, despertando en el proceso completamente a juan. No le importo demasiado molestar a su novio, ahora su prioridad era vestirse lo antes posible e ir a trabajar.
Se dirigió rápido a su armario y sacó su uniforme para cambiarse, se quito lo más rápido que pudo la camisa de pijama que traía puesto.

—¿Por qué el apuro?— Juan se acomodo en la cama y lo miraba atentamente mientras se sobaba los ojos intentando despertarse por completo.

—Se llama tener trabajo con horarios.— Se terminó de abrochar la camisa y lo volteo a mirar. No pudo evitar que una sonrisa se formara en su rostro, juan se veía tan lindo con el cabello alborotado. Sacudió su cabeza, no era momento de ser simp de su novio, tenía que irse pronto.

—Iu, responsabilidades.— Hizo una mueca de desagrado. —Yo voy a dormir un poco más, agradecido que el dinero de mi padre me mantenga.—

No pudo evitar suspirar sintiendo un poco de envidia. Mientras el trabajaba hasta altas horas Juan dormía como un vago y su cuenta bancaria nunca estaba vacia, ¿debería postularse para algún puesto de hechicero?

Finalmente se terminó de vestir, se acomodo con apuro y sin cuidado su corbata y el sombrero que siempre llevaba con aquel uniforme. Se acercó a juan quien a pasar de que dijo que dormiría un poco más ya se encontraba tendiendo la cama.

—¿No que dormirías?— Se burló de él.

—Acabo de recordar que tengo que volver al santuario.— Hablo con un leve tono fastidiado, se tocó el pecho de forma dramática. —De seguro zorman ya le causo otros mil traumas al puerco.—

𝘕𝘰𝘵𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘢𝘥𝘢. #𝙨𝙥𝙧𝙪𝙖𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora