Capítulo treinta y cuatro.

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Han pasado un par de semanas desde que Harry descubrío que su hermana estaba viva. Las cosas no van tan bien con la investigación, no hay casi nada de información más que la de los periódicos, nadie se intereso mucho en el caso así que no hay mucho que hacer. Harry estaba frustrado, no sabía que hacer, su hermana estaba viva y no sabia dónde buscar, a quién preguntar, a quién llamar, no podía hacer más que llorar.

—Harry, necesitas descansar–dijo Matt, quien había viajado hasta Londres para investigar todo a fondo.

—No. Lo único que necesito es encontrar a Gemma–dijo el rizado acomodándose el pelo con rudeza.

—Harry, necesitas dormir, darte una ducha y estar con...

—Basta.

—Esto te esta consumiendo y necesito que estes, al menos, estable para poder sacar a la luz todo. Tienes que tratar de dormir e ir con Louis. Harry, necesitas a Louis y a ese cachorro más de lo que crees.

El rizado hace una semana que no veía al omega, no sabía nada de él y Louis no sabía nada del alfa. Aunque al alfa le cueste aceptarlo, lo necesita más de lo que puede imaginar, necesita tanto su aroma como el oxígeno para respirar. También necesita al pequeño cachorro, necesita tenerlo en sus brazos, necesita sus pequeñas risitas, necesita todo lo que venga de esos dos. Harry lo sabe, pero quiere hacer caso omiso a ello.

—Tú solo quieres que me vaya, no los necesito.

—Harry, mírame–habló Matt serio.

—Los dos sabemos que los necesitas y ellos deben estar muy preocupados por ti. No seas un puto egoísta y ve con ellos.

—Matt...

—Calla y ve.

—¿Puedes seguir sin mí?–preguntó. En sus ojos se veía la suplica para que diga "No, Harry, quedate."

—Puedo seguir sin ti. Ahora largo.

Harry no ha dormido bien en las últimas semanas, sus ojeras eran notables y su cuerpo le pedía a gritos una cama, no quería darle la razón a Matt, pero sí, necesitaba dormir. Louis, por otro lado, estaba muy preocupado por el alfa, no lo veía hace ya siete días y los llantos eran muy frecuentes, su humor no era el mismo y sus inseguridades no lo dejaban en paz. Su cabeza lo controlaba mas de lo que quería.

—á–llamó el pequeño.

—¿Qué pasa, cielo?

—uar.

—¿Ahora?

—iiiiii.

Louis no le podía decir que no, así que se sentó en el suelo de la sala a jugar con el dinosaurio favorito de Jonathan.

Jonathan también extrañaba a Harry, se daba cuenta la tristeza en su rostro cada vez que abría la puerta y veía que era Niall, veía como olfateaba su peluche tratando de tener la más mínima gota de la fragancia del mayor, sentía como su bebé se desanimaba cada vez que terminaba el día y el alfa no aparecía. Los dos se acostumbraron tanto a Harry que no podían vivir sin él y aunque Louis odie eso tenía que aceptarlo, no podía vivir sin Harry. No podía vivir sin sus ojos color verde intenso, no podía vivir sin su hermosa sonrisa, no podía vivir sin su calma presencia, no podía vivir sin sus besos, simplemente no podía vivir sin él.

El timbre sonó a lo lejos y Louis pensó que sería Niall, el rubio siempre se despedía cada vez que se iba a su hogar.

—Voy a ver quién es, ya vuelvo–le aviso a su cachorro.

Caminó un par de pasos hasta la puerta, la abrió y lo vió. Vió sus ojos cansados y casi sin vida, vió sus terribles ojeras y su barba que apenas comenzaba a crecer, vió su cara apenada, vió su mueca que simulaba ser una sonrisa. No le importo mucho lo que hacía en ese momento, entonces solo le hizo caso a su omega y lo abrazó, necesitaba sentirlo cerca.

Park | l.s (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora