Capítulo quince

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Cayó la noche y el frío se hizo intenso. Louis, aún con timidez, aumentó la calefacción. Jonathan jugaba en el piso, que tenía varias sabanas para que el frío del suelo no le haga mal al estómago, con su peluche favorito y bueno, el único que tenía. Le hablaba como si este le fuese a responder, tiraba de su cola y reía cuando la canción de cuna comenzaba. Louis lo miraba de vez en cuando y suspiraba enternecido por la felicidad que tenía el bebé, estaba cortando pequeños trozos de pollo, que había sobrado de la cena anterior, para la cena del cachorro. Una vez terminó de cortar lo metió al microondas unos segundos.

—Es hora de comer, amor–dijo acercándose al bebé.

—¡Da!–grito animado Jonathan.

—¡Sí! Muy bien, bonito. Comida–felicitó el omega, cargandolo–¿Quieres comer pollo?

El cachorro asintió y una vez llegaron a la cocina se sentaron en una banqueta. Louis le dio de comer mientras hablaban un poco, Jonathan le señalaba cosas y el mayor trataba de entender que le preguntaba o que le decía. Una vez que el cachorro comió le dio un breve baño y le puso la última prenda limpia que le quedaba, lo hizo dormir e hizo que abrazara a su dinosaurio para así poder alimentarse él también.

Harry estaba con bastantes bolsas encima y no sabe cuanto habrá tardado, pero lo que sí sabe es que cuando volvió al patio de comida ya no estaban. Se preocupó un poco y la culpa lo empezó a invadir, no tendría que haberse ido así. Sintió que alguien le tocó el hombro y se dio vuelta, era Natalie, quien tenía una sonrisa en su rostro.

—¡Harry!–dijo y lo abrazo. El alfa se quedó estático, no esperaba esa reacción de parte de la chica–Pensé que te habías perdido, me olvide completamente que no eras de por aquí y este centro comercial es enorme.

—Yo...lo siento, no quería dejarlos solos. Me distraje un poco mientras volvía del baño.

Puede que haya dicho una pequeña mentira, el nunca fue al baño, pero se distrajo, eso era verdad.

—No te preocupes, de alguna forma sabía que iba a pasar.

—Lo siento, pídeles disculpas de mi parte a tus amigos o cuando los vea les diré yo mismo.

—Tranquilo, a ellos no les molesto nada. Dijeron que la próxima tú tendrías que pagar el postre–Harry rió un poco y la omega lo acompaño.

—Me parece justo.

—Por cierto ¿Qué son esas bolsas?–preguntó mirando curiosa las marcas de estas. Le pareció extraño que llevase ropa para cachorros y para omegas ¿Acaso tenía familia y no se había enterado? Intentó restarle importancia.

Harry quedo mirando las bolsas que tenía en sus manos, no sabía que decir.

—Le compre unas cosas a mis hermanos y a mi mamá, hace tiempo no los veo y quería darles un pequeño regalo.–dijo nervioso, tratando de no tener contacto visual con la chica. Natalie hizo como que le creyó, le parecía raro que le regale cosas de bebé a sus hermanos y que le compre ropa a su madre en una tienda para omegas hombres. Pero trató de no darle importancia, cada uno sabrá.

—Creo que es hora de irnos, es tarde y mañana hay trabajo.

—Harry, tú si sabes arruinar un buen momento. Tendría que ser ilegal hablar de trabajo cuando estamos aquí exactamente para distraernos.

—Ups, lo siento.

—Ya no vale de nada, arruinaste mis cinco segundos libres de no pensar en trabajo–dijo dramática. Harry rió y salieron de allí.

Conducía nervioso y sus manos sudaban contra el cuero del volante, visitar a aquel omega lo ponía de ese modo. Salió del auto y caminó hasta la entrada del hotel y, para su sorpresa, no estaba aquella beta que hablaba mal de Louis. Se limitó a encogerse de hombros y decidió pasar igual. Pasó la tarjeta que le habían dado en un aparato y la luz verde parpadeó, haciéndole saber que el ascensor se abriría pronto.

Park | l.s (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora