Capítulo dos

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El día empezaba como cualquier otro. Él estaba en su pequeña sala sentado tomando su café matutino, la hora pasaba lenta y la casa estaba en silencio, no había nada más que él en ella, y de algún modo se sentía...vacía.

El silencio que había en ese lugar lo abruma, a veces piensa que no vendría mal algo de compañia, pero no conoce a nadie.

Harry Styles, un alfa recien llegado a Londres. Sus padres son dueños de la pequeña gran empresa "The Styles" y el como único hijo tiene que venir a ayudar. Y si, tuvo que dejar toda su vida en Holmes Chapel y venirse lo mas pronto posible.

A nadie le importo sus cortos 20 años, a nadie le importo que no entendiera casi nada del asunto, a nadie le importo que no fuera criado para estos tipos de cosas.

Harry fue educado para ser omega, todos presentian que el castaño iba a ser aquello y quien dudaria si veían al pequeño Harry, tan dulce y delicado, tan pequeño y frágil, tan atento y cariñoso, tan adorable y hermoso. Quien iba a dudar si Harry vivía jugando a las muñecas, quien iba a dudar si le gustaba más jugar a la mamá que al papá. No cabia duda, ese pequeño tenía que ser omega. Asi que fue criado como tal, se le enseño a cocinar, a servir a un alfa, a cuidar la casa y los hijos, a como combatir un celo siendo omega, a como verse y como vestir. Se crío como todo un omega y no supo que hacer cuando se revelo como lo que es...un alfa

A sus quince años se revelo como tal y no supo como actuar, no supo que hacer, su aroma era potente y territorial, tal como debia oler un alfa ¿donde estaba el olor jazmines que se supone que tenia?. Los dolores no eran como se lo describieron, el aroma no era ese dulce y delicado ¿así se siente un omega cuando se presenta?. Su madre supo que hacer, pero el estaba perdido, el realmente estaba perdido.

Al terminar su celo le dijeron que no era lo pensaron, que toda su crianza fue en vano y de un día para otro tuvo que aprender a ser un alfa. Su vestir ya no era colorido y lleno de flores, ahora usaba jeans negros y camisas, ya no podía pasar horas en la cocina, ahora tenia que aprender a manejar el negocio, tenía que aprender a lo que era un trabajo. El cambio fue duro y difícil, no quería ser un alfa. Queria poder ser vulnerable y dulce sin que le reprocharan nada, no quería ser lo que es, pero era lo que le toco, la naturaleza es difícil y mas si no quieres ser lo que eres.

Aprendió a ser duro y correcto, a no llorar y no lucir vulnerable al frente de nadie, aprendió a como manejar medianamente la empresa, aprendió a que la cocina no podía ser su lugar y tuvo que aceptarse por mas que no quisiera. Y ahora esta allí, con un traje pulcro y bien planchado, sin ninguna arruga, tomando rumbo para el negoció.

Su auto tuvo una pequeña falla el dia de ayer y le dijeron que se lo darian en unos dias, asi que hoy era su primer dia viajando en tren, y si, estaba nervioso. No conocía nada en ese lugar y temia poder llegar a perderse. Por lo que algunos colegas de su padre le habian dicho tenía que cruzar un parque y caminar un poco, luego ahí encontraria la gran estación.

Tomo su portafolio, su celular, billetera y sus llaves, y fue rumbo a la empresa. El día estaba soleado, algo que por lo que se habia dado cuenta era menos habitual que en su ciudad natal. Londres era bello, en las noches lucía como todo lugar que se debe admirar. Personas caminando en la iluminadas calles, personas comiendo afuera de algun restaurante, era hermoso admirar todo aquello, pero era triste no tener a nadie.

En sus cortos dos meses de residencia en el lugar no encontro a nadie con quien salir, o bueno, mejor dicho no encontro a nadie que pudiera llamar su atención. Todas las personas con las que se cruzo en este poco tiempo no tenian nada que llamase su atención, todos se vivian quejando de sus lujos y de su trabajo, no era nada que no haya visto ni escuchado antes. Ademas nadie se interesaba en el, solo lo veían como el hijo del dueño. Nadie se interesaba en sus gustos, en como era como persona o algo tan simple como en su dia, no, asi no eran sus charlas en el trabajo. Todos le comentaban sobre nuevas propuestas, un ascenso, un adelanto o solamente lo llenaban con papeles para firmar y leer, era agotador. Nadie se tomo el tiempo de conocerlo verdaderamente.

Park | l.s (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora