Capítulo veintiséis

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Harry había ido a buscar el regalo del bebé al auto, bajó por el ascensor y se encontró omegas curiosas que no paraban de mirarlo, se sintió incómodo, pero trato de no prestarles atención. Destrabó el auto con solo un botón y sacó del baul una caja envuelta en papel de regalo, y con algo de dificultad entró al hotel.

—¿Que es eso?–preguntó una beta curiosa.

—¿Acaso te importa?–dijo Harry tratando de mirar bien su camino.

—En realidad, no, pero es un regalo por lo visto.–Harry rodó los ojos por la obviedad.–¿Es para el muerto de hambre o para el mugroso?

Harry frunció el ceño como cada vez que le decía así a Louis o Jonathan.

—Eso no te incumbe.

—Lo sé, pero soy chismosa.

—No te lo voy a decir.

—Okey, como quieras.–dijo sin más.–Saluda de mi parte al muerto de hambre y al feo cachorro.

Harry dejo la caja en el suelo y la miró con enojo.

—Mira, ya basta ¿Okey? Ninguno te hizo nada, no se porqué los tratas así.

—Un mugroso pudo conseguir un alfa realmente guapo y con dinero ¿Y yo? Yo conseguí un empleo de cuarta y, para colmo, ningún alfa me da ni siquiera la hora. Y por si no fuera poco ese mugroso tiene un hijo que nadie sabe de quien es y no te importa.

—¿Acaso me tendría que importar? Es un bebé y me importa tres carajos quien sea el padre. Y por lo tuyo, no tienes derecho a tratar así a las personas sólo porqué tú no conseguiste lo que querías. Si cambiarás un poco tu actitud un alfa podría fijarse en ti. Pero ¿Qué si no lo hace? No tienes que vivir si o si por un alfa.

Le dio una última mirada, levantó la caja y fue hasta el ascensor, dejando a la beta pensando.

Caminó un poco hasta la puerta y la golpeó con la punta de su zapato, escuchó unos pasos acercarse. Louis abrió la puerta con su cachorro en brazos y se quedó en shock, le abrió paso al rizado y este dejó la caja en el suelo de la sala.

—Espero que te guste mi humilde regalo, cachorro.–dijo con una sonrisa, mirando al pequeño.

Louis seguía mirando la caja que estaba allí, no podía creer que alguien se acordara de su pequeño además de él, seguía siendo difícil asimilar que había alguien que les deba detalles a los dos.

—¿Estas bien, Louis?–preguntó preocupado.

—¿Mhm?

—Estas algo callado.

—Yo...Em. Sí, perdón.

—No lo sientas.

—Claro, lo siento.–Harry soltó una risa por su nariz.

—¿Ocurre algo? ¿Es demasiado que le haya regalado algo por su cumpleaños? ¿Sobrepase la línea?

—No, no...Sólo estoy procesando que te hayas tomado el tiempo de ir a comprar esto.

—Oh...

—Olvidalo, estoy sentimental.

—Creo que es normal, también me pondría así si mi cachorro cumple su primer año.

—¿En serio?

—Sí, Lou.

—ÁÁÁÁÁÁÁÁ.–gritó el bebé emocionado, apuntando la caja.

—¿Qué es eso, amor?–le preguntó al menor, como si le fuera a contestar.–Creo que es un regalo para ti.–le dijo con una sonrisa.

Lo bajo al suelo y lo ayudó a mantenerse de pie, sostuvo sus dos manitos para ayudarlo a dar pequeños pasitos y con pasos desordenados se acercó a esa caja envuelta en papel plateado.

Park | l.s (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora