Capítulo siete

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Harry salió del trabajo, tarde como ya era costumbre, estaba agotado y sólo pensaba en llegar a su casa y dormir. La noche estaba despejada, fresca y con un poco de viento, tenía las manos en sus bolsillos y su caminata era lenta. Había bajado del tren, así que solo tenía que caminar tres cuadras hacia su casa, la calle estaba calma, era día de semana y muy poca gente salía a ese horario ya que la mayoria trabaja. Cruzó la calle y fue rumbo al parque.

No había gente allí, era de noche y hacía frio, a nadie se le ocurriría ir a un parque de noche y con ese clima. Caminó por el ya conocido sendero, sin pensar en nada, solo mirando su camino.

—Te queda muy bien la ropa...¡Que guapo!–Escuchó el alfa a lo lejos, era una voz familiar, seguramente de aquel omega. Siguió caminando, sin prisa de llegar a donde se encontraba el castaño.

Lo veía a lo lejos. Veía como el omega tenía al cachorro parado sobre sus piernas y lo elevaba con cuidado, simulando que saltaba. También escuchada la risa del pequeño, desconoce la razón, pero su cuerpo se relajo al escuchar su tierna risa y al ver tan adorable escena. En su mente vagaba la idea de que era porque extraña a su mamá y hermanos, por ende extraña los días en donde su madre tenía así a sus hermanitos. Su mente decía que era porque extrañaba su antiguo hogar.

No sabe en qué momento paro, pero lo había hecho. Estaba ahí, parado en el sendero, en la fría noche viendo la figura de cierto omega y cierto cachorro, alumbrados solamente por las luces artificiales del parque y puede que un poco de la luna. Los admiró atento y pensó que se sentira tener una familia. 

Tiene una, sí, pero por un momento se imagino que se sentiría tener su propia familia. Tal como vino ese pensamiento lo alejó, era muy joven para pensar en esas cosas, estar solo en Londres lo estaba afectando. Estaba muy metido en sus pensamientos hasta que un olor lo alerto. Miedo. Olía miedo. Su vista volvió al banco donde se encontraba el omega.

Un alfa estaba allí, estaba queriendo besar al castaño. El cuerpo grande del hombre estaba sobre el pequeño cuerpo del omega, aplastando un poco al bebé de este. Veía atentamente como el castaño tiraba su cabeza hacía atrás para no ser besado y oía atentamente el llanto del bebé.

El alfa se alejó del cuerpo del menor y Louis volvió a respirar.

—Joder. ¡Calla a ese estúpido cachorro!–ordenó el desconocido. Se acercó a Louis nuevamente, se inclinó para así tener su rostro cerca del suyo–¿En que estabamos precioso?

Louis estaba aterrado. Tuvo que lidiar con esto mucho tiempo, pero no sabía que le pasaba, su cuerpo se sentia débil y no podía hacer nada. Tal vez se deba a que aquel alfa era muy parecido a Alex, tal vez se deba a que sus ojos eran casi idénticos a los de su ex novio. Tal vez se deba a que todavía tiene una debilidad por aquel alfa o tal vez sea que le tiene miedo. No sabe la razón exacta, pero su cuerpo no respondía y su mente solo vagaba en los recuerdos. El llanto de su bebé se escuchaba a lo lejos y al verlo alejarse su alma volvió a su cuerpo, pero luego vio que de nuevo tenía su rostro cerca, que sus alientos se mezclaban y se resignó. Le dolía saber que su bebé vería todo.

—¡Hey!–escucha un grito a lo lejos.

El alfa se aleja rápidamente de él, voltea para ver de quien se trata, pero no logra distinguir bien la figura que se acercaba hacia él, pero sea quien sea Louis le debe la vida. El alfa desconocido, al notar que se acercaba otra persona, salió a correr y Louis pudo respirar. Miró a su bebé quien temblaba a causa del miedo, sus ojos estaban llenos de lágrimas y su corazón latia a mil por segundo.

—Ya está, amor. Ya pasó–susurraba Louis, atrayéndolo hacia su cuerpo para poder llenarlo de su olor y así poder calmarlo. El cachorro recibió gustoso el aroma natural del omega y este sintió como su hijo poco a poco se tranquilizaba.

Park | l.s (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora