Los rayos de sol hacen que me levante, el dormir no ha ayudado a mi sentir en lo absoluto y mi imagen es un reflejo de mi interior. Mis ojos están hinchados de tanto llorar anoche, mi cara se ve más pálida de lo normal y mi cabello parece un nido de pájaros. Bostezo y me largo a darme una ducha de agua fría con la esperanza de componerme lo suficiente para poder aparentar en frente de los demás.
Mientras me ducho una doncella viene a informarme que en media hora se servirá el desayuno, a lo que simplemente respondo que estaré lista a tiempo. Ni si quiera me preocupo por el vestido que usaré, agarro el primero que veo y me lo coloco. Salgo de la habitación y comienzo a descender para poder llegar al comedor donde ya se encuentran los reyes de Albanis, mis padres y Anthony.
Tomó asiento al lado de mi hermano emitiendo un buenos días general para todos, los presentes me contestan a coro. Pasan solo algunos minutos antes de que Deimos y la princesa Delaney hagan acto de presencia, los dos parecían estar jugando entre ellos y su risa inundó todo el comedor, acto que nos hizo sonreír a todos, incluso a mi sin que me diera cuenta.
Era raro ver esas dos facetas de Deimos. Primero estaba la que vi en el baile, donde se muestra a sí mismo como un ser arrogante, intimidante y que le importa muy poco cualquier cosa que no sea su nación. Pero por el otro lado, está la que muestra a un joven que disfruta de las pequeñas cosas de la vida y de un poco de normalidad. La persona que veo jugando con un niño desconocido y con su hermana menor, no es la misma que veo jugando y manipulando todas las situaciones que lo rodean.
Trato de dejar de pensar tanto en él y me limito a comer mi desayuno en silencio. Todos los demás platican de temas diversos, pero yo decido no participar. Al menos hasta el momento donde ningún tema era de mi interés, en cuanto Deimos fue cuestionado por haberse ido tan temprano de su propio baile de cumpleaños y por los daños en su labio, prácticamente me congelé.
Mis ojos se conectaron con los suyos de manera inmediata, rogaba porque mantuviera su boca cerrada – justamente salí un poco al jardín y me golpeé con uno de los carteles, comenzó a sangrar así que decidí irme a curar, ya en mi habitación el sueño me ganó – el aire volvió a mis pulmones ante sus palabras.
-Siempre he creído que debemos de iluminar mejor los jardines, por qué en la noche definitivamente son demasiado oscuros – dijo su madre. Para mi suerte eso fue todo lo que se dijo respecto a anoche, después cambiaron el tema a unas importaciones que harían entre ambos reinos.
Una vez terminado el desayuno todos caminamos en dirección al jardín para poder pasar un rato al aire libre antes de nuestra partida. Mientras seguía a mis padres sentí como una mano tomaba mi brazo, me giré extrañada para terminar topándome con Deimos.
-Me permite unos minutos a solas alteza?- me pregunto. No me quedo de otra más que asentir poco convencida. Ambos nos quedamos atrás en lo que nuestros padres y hermanos se perdían de nuestra vista.
-Que necesitas? – dije directa.
-Me gustaría hablar sobre lo ocurrido ayer Annalisse – dijo e inmediatamente la necesidad de defenderme creció en mi.
-Ahórrate tus burlas Deimos – dije estando lista para irme pero su brazo volvió a tomarme.
-No deseo burlarme Annalisse... - lo tuve que interrumpir
-Entonces que deseas? Confundirme? Meterme en otro de tus estupidos juegos? – el parece asombrado por mi enojo al principio, pero no tarda en ponerse a la defensiva.
-Porque diablos estás tan enojada? – pregunta exasperado
-Porque crees que puedes manipular a la gente a tu antojo y meterlas en problemas. No tienes ningún derecho de entrometerte con las decisiones que ya tome. Elegí a a Hunter para ser mi novio y punto. Lo más probable es que termine casada con él y tus intentos de confundirme no me lo van a impedir – le hablo fuerte y claro y él me sonríe de esa manera tan cínica que logra acabar con mi cordura
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El diamante de la corona
General FictionHola, mi nombre es Lia Annalisse Krendigan princesa heredera al trono de Krendigan, pero mis padres me dicen solo Annalisse. Tengo 20 años y en unos días será mi cumpleaños número 21, donde pasará lo inevitable, algo que ha maquinado en las cabezas...