Capítulo 30. Albigan

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Soy estúpida, esa es la única explicación lógica que tiene lo que acabo de hacer. No puedo creer que permití que mi boda con Deimos se llevará acabo el primero de septiembre. No sé en donde tengo la cabeza como para haber olvidado que ese es el día en el que cumple años Hunter Leridon. Lo peor de todo el asunto es que no puedo cambiar la fecha de la boda a estas alturas, no cuando falta menos de un mes para que se lleve a cabo.

Me duele la cabeza de solo pensar en las posibles consecuencias que mi imprudencia puede tener, sin embargo tengo que dejar todo eso de lado el día de hoy. En la noche es el baile de compromiso de mi mejor amiga y no puedo estar más emocionada al respecto. Lo único que no me emociona tanto y me tiene muerta del miedo es que es la primera vez que voy a presentarme en un evento de la sociedad junto con Deimos, siendo este mi prometido oficialmente.

No sé si habrá algunos comentarios indiscretos o preguntas a las que no les tengo una respuesta. También está todo el asunto de las cláusulas y normas que siguen pendientes para después de la boda y sobre el futuro de ambas naciones. Jamás pensé que sería reina tan joven. Mis abuelos fallecieron jóvenes, por lo que mi padre ascendió al trono a una edad joven. Nunca creí que mi destino y el de mi padre serían parecidos. Sin embargo, no le veo otra solución a la situación. Nuestros padres no pueden seguir tomando todas las decisiones de las naciones, se llevan bien, pero si poner a dos personas de acuerdo es complicado, no me imagino a cuatro. Lo único que me tranquiliza es que ambos tendremos el asesoramiento de nuestros respectivos progenitores.

Me pregunto si Deimos y yo lograremos ponernos de acuerdo en cuanto a las decisiones de la futura nación. Para nadie es un secreto que la forma de regir de Albanis y de Krendigan es muy diferente. En el matrimonio de mis padres ambos siempre se escuchan e intentan llegar a un acuerdo sobre qué es lo mejor para Krendigan, pero, yo sé que papá es quien tiene la última palabra. Al fin y al cabo, el que es rey por herencia es él. En mi caso, ambos lo somos.

Intento mandar todas mis preocupaciones hacia el fondo de mi cabeza y me concentro en el peinado que una de mis doncellas realiza en mi cabello. El vestido que usaré hoy me parece precioso, es color rojo vino y hace juego con mis labios. Es extraño verme en esta combinación de colores, normalmente uso colores neutros para mi cara, pero en esta ocasión decidí realizar un cambio drástico.

Una vez lista bajo los escalones del palacio y me dirijo al carruaje real junto con mi familia. No tardamos más de 10 minutos en llegar a la casa de los Whitehouse. Para ser honesta, mi tía y lady Whitehouse hicieron un trabajo increíble con la decoración del lugar. Hay tantas flores blancas que pareciera que el lugar está cubierto de nieve.

Al entrar al salón los brazos de mi mejor amiga fueron los que me recibieron. Ella lucía un precioso vestido blanco sencillo y un recogido que la hacía lucir sumamente sofisticada y elegante. Pude haber dicho que también la hacía ver seria, sin embargo la inmensa sonrisa que estaba plasmada en su cara le quitaba cualquier tipo de seriedad. Puedo afirmar que jamás había visto a una novia tan llena de alegría por su boda, los ojos de Lyr brillan como nunca y sé que se debe a la persona que está a su lado y que sostiene su mano.

Por supuesto que Marcus no se queda atrás con la felicidad que transmite. Parece estar sumamente orgulloso de la persona a la que pronto llamara esposa y eso me pone feliz a mí, porque Lyria no se merece menos. Me adentro en el salón y no tardan en abordarnos diferentes miembros de la alta sociedad, Anthony huyo en cuanto vio la estampida de gente. Todas las personas se acercaron con el propósito de preguntar sobre mis futuras nupcias con Deimos. Quien por cierto no tarda en llegar y aproximarse a mi lado.

Ambos intentamos responder lo mejor que podemos a todos. La principal interrogante es el tema de la organización de la futura sociedad. Nosotros no tardamos en asegurar que no habrá cambios en títulos nobiliarios. Lo anterior parece tranquilizar a la mayoría y nos permiten alejarnos y respirar un poco de paz.

El diamante de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora