Capítulo 27. La realidad escrita en papel

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Han pasado dos días desde el baile de cumpleaños en honor a mi hermano. Mi estado sigue siendo muy similar al de antes del evento. No he salido del palacio en estos días, me he limitado a recibir visitas de Lyria solamente. No tengo ni la menor idea del porque estoy haciendo lo que hago. De alguna forma, creo que me siento protegida aquí dentro. Aunque debo de decir que eso no es del todo cierto, como si mi cuerpo quisiera recordármelo mi vista termina en el montón de sobres qué hay sobre mi escritorio sin abrir. Los pedazos de papel se encuentran al lado del gran ramo de rosas que llegó esta mañana, y que, a pesar de mi negativa, los guardias decidieron poner en mi cuarto.

Cuando Hunter Leridon se proponía algo, definitivamente agotaba todos sus recursos hasta lograrlo. Lástima que esta vez no le iba a funcionar. Aún seguía sorprendida de la capacidad de escribir que estaba mostrando, fácilmente habían 15 cartas en mi escritorio. La primera llegó ayer por la mañana y desde entonces no han parado. Suelto una respiración de solo pensar en abrir alguna, no tengo ni la menor idea de que es lo que voy a encontrar y tampoco sé si quiero hacerlo. Por un momento pienso en la opción de pedir que las quemen todas, incluyendo las flores, pero por algún motivo desconocido termino acercándome a donde se encuentran. Como si mi mano tuviera voluntad propia toma un sobre y comienza a abrirlo, es el primer sobre que llego,


"Annalisse

Para serte honesto no estoy seguro de cómo empezar a redactar esta carta, creo que lo primero que necesito decirte es perdón. Perdóname por no respetarte ni verte como mi igual. Perdóname por no haberte apoyado en cuento mi abuela comenzó a hablar mal de ti. Perdóname por haberme enojado contigo por defenderte. Perdóname por no haber confiado en ti. Perdóname por tomar decisiones que no me correspondían en su totalidad. Perdóname por haber ignorado tus deseos y voluntades. Perdóname por faltarle el respeto a tu título.

Seguramente algo estaré olvidando y entiendo que no me creas Annalisse. Lo que te pido es una oportunidad para que mis actos hablen por mis palabras. Se que todo el amor que nos profesamos no se pudo haber acabado con el paso de solo unas semanas, puedo jurar que tú corazón sigue latiendo por mí, como el primer día. No nos hagas infelices por el resto de nuestras vidas separándonos.

Te estaré esperando en una hora en tu jardín

-Hunter"

Lágrimas amenazan con salir de mis ojos, creo que una si se me escapa. Me encantaría que fueran de felicidad, de tristeza o de enojo, pero no es así. Mi lagrima sale por la culpa que siento en el pecho después de leer la carta. Darle una segunda oportunidad a Hunter sería tan fácil como respirar, si tan solo estuviera completamente segura de que siento algo por él. Siempre pensé que cuando me enamorara todo se sentiría intenso, que iba a querer estar con esa persona todo el tiempo. Con Hunter no me sentía así, se sentía más como una obligación, algo que debía de hacer debido a mis responsabilidades como heredera, pasar el tiempo con Hunter no era malo, pero no se sentía como me imaginé que lo haría.

Creo que siempre supe que había algo en Hunter que no encajaba conmigo, pero no quería admitirlo. No quería lastimarlo. Lo que me hizo no fue para nada bonito, pero a veces me encontraba pensando en si genuinamente me dolieron tanto sus acciones o si simplemente las estaba tomando como pretexto para huir. Lo que más me impactaba de toda la situación era el tema que yo me forcé a entrar ahí sola, en ningún momento alguien me presionó para elegir a Hunter, yo lo hice porque creí que era lo mejor, me equivoqué.

Entendía porque comenzaron a llegar más cartas después de esa, al fin y al cabo, hice que Hunter me esperara por no sé cuánto tiempo en mi jardín y yo no fui. Por instinto me asomé por mi balcón esperando verlo ahí parado, pero no estaba. Extrañamente me sentía aliviada de que así fuera. Me dirigí escaleras abajo hacia el recibidor para poder cambiar un poco de aire. Sabía que mi encierro tenía que llegar a su fin en un momento, pero aún no me sentía lista para concretarlo.

El diamante de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora