Capítulo 12. Algo de normalidad

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Llegó el tan esperado día de entregar mi investigación. Podría decir que estoy nerviosa, pero la realidad es que estoy tranquila con el trabajo que hice. De alguna manera esperaba más. Pensé que descubriría alguna verdad oculta, una razón poderosa o una causa más lógica. Pero ahora que lo pienso es tonto creer que una joven de 21 años encontraría respuestas diferentes a los demás, buscando en las mismas fuentes de información que todos.

En algún punto de mi investigación, y en este momento, llegue a considerar la posibilidad de que los libros no sean tan transparentes como se cree, que la historia no haya sido escrita de manera correcta. Las únicas personas que podrían responder a mis preguntas son los reyes de Leridon y de Albanis. Alguno de ellos terminará por ser mi suegro, por lo que en su momento expresaré todas mis interrogantes. Por el momento tendré que conformarme con lo que todos saben.

Por la puerta llega un feliz señor Hanks. Deja todo sobe su escritorio y se limita observarme unos segundos. Yo me quedo en silencio unos momentos y después le sonrió.

-Buenos días, señor Hanks – le digo

-Buenos días alteza, espero que tenga preparada su investigación – asentí con mi cabeza para después pasarle las hojas llenas de palabras.

-Perfecto, la revisaré y le entregaré su calificación en la siguiente clase. Pero me interesa escuchar lo que piensa respecto al tema después del trabajo – Tuve que pensar por unos segundos que palabras debía de utilizar para expresarme.

-Pienso qué hay cosas que simplemente carecen de sentido. Tenía la esperanza de encontrar algo más que lo que se nos ha dicho toda la vida. Algo que simplemente lograra que las piezas encajaran en mi cabeza, pero no conseguí nada – el profesor sonrió con algo de orgullo? Podría decirse.

-Yo siempre he pensado lo mismo alteza- su confesión me toma por sorpresa de manera inmediata – nunca he comprendido como un conflicto por oro se les escapó tanto de las manos a ambas naciones – No pude evitar soltar lo que pensaba

-Exactamente profesor, es ridículo morir por un mineral, que siendo francos ninguna de las dos naciones necesitaba – el asintió en claro acuerdo conmigo – si tan solo el rey Masón hubiera aceptado el trato de compartir -

-Tristemente princesa, hay cosas que no pueden ser desenterradas y verdades que no se quieren que el mundo sepa. Aún espero a que alguno de los reyes de Leridon o Albanis explique que fue lo que realmente sucedió – meditó sus palabras porque me da a entender lo que yo ya llevaba tiempo pensando.

-No quiero empezar una ideología conspirativa en contra de la información, ni de los libros, ni los autores, pero, hasta qué punto puede ser considerada como verdad lo escrito en un libro? – mi cuestionamiento pareció tomarlo por sorpresa.

-Entiendo su interrogante alteza, y permítame expresarle una frase que alguna vez me dijo un instructor en mi época de juventud. La historia siempre es posesión del vencedor –

-Se refiere a que la versión del que gana es siempre la que se toma como verdad absoluta y la que se escribe en todos esos libros de historia? – mi maestro asintió con su cabeza en mi dirección – pero eso no tiene sentido, en esta historia, quien ganó? –

-Eso es lo interesante de este caso en particular, no es posible ver a ninguna nación como la vencedora, de ahí vienen tantas interrogantes con respecto a lo ocurrido - y con eso dejamos de lado el tema de la guerra de las tres generaciones y decidimos ver filosofía.

La clase no fue ni muy interesante ni muy aburrida después de eso. Para mi suerte la hora de que el señor Hanks se fuera llego rápido y pronto me encontré a mi misma sentada en la sala de estar tomando un poco de jugo de naranja. Me gustaba de vez en cuando tener un poco de tranquilidad en mi vida, simplemente limitarme a pensar en todo lo que me está ocurriendo, imaginarme escenarios y probabilidades, tomar decisiones y aclarar mi cabeza y corazón. Mi paz fue interrumpida con el ruido de la puerta estrechándose contra la pared por la manera tan abrupta de abrirla.

El diamante de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora