Capítulo 28. A la luz

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Me encontré a mí misma sentada en las escaleras del palacio aguardando por mi novio. No podía definir lo raro que era llamar a Deimos Albanis de esa manera. Recostados en la pared en frente mío estaban Anthony, Violet, Lyria y Marcus. Los 4 estaban platicando alegremente mientras yo sentía ganas de vomitar. La razón del porque estábamos aquí reunidos era que nuestros padres lo creían conveniente.

Para ellos, era una buena idea que se nos viera interactuando como un grupo de amigos unidos. Sobre todo, porque Deimos y su nación no tienen buena fama con las demás naciones. El que él se mostrará conviviendo y paseando por Krendigan, le ayudaría a limpiar su imagen de heredero frío, calculador y malvado.


Su alteza llega al palacio y dedica un asentimiento general a modo de saludo mientras mis amigos y hermano se levantan del suelo y lo saludan de acuerdo con el protocolo. Deimos extiende su mano en mi dirección para ayudarme a parar y accedo a que me auxilie. Sin embargo, una vez que estoy parada comienzo a negar con mi cabeza.

- Nadie nos va a creer que somos amigos si actuamos tan estrictamente con los protocolos. Se supone que somos amigos, debemos de actuar como tal – los nervios nuevamente comienzan a atacarme, por lo que escondo mis manos detrás de mí. Mi hermano no tarda en acercarse, estoy segura de que lo noto.

-Lisse, no te preocupes, en realidad si somos amigos, no puede ser tan difícil convivir – mis ojos se dirigen inmediatamente a Deimos, ya que en realidad es cierto que todos somos amigos. Todos menos él. Esperaba que su atención estuviera en Anthony y en lo que decía, pero su atención estaba en mis manos detrás de mí. Mis mejillas comenzaron a ponerse rojas al percatarme de que él se había dado cuenta de lo nerviosa que estaba.

Después de eso todos salimos en dirección a la plaza principal. No cabíamos todos en un mismo carruaje, así que Deimos, Anthony y yo nos fuimos en el de Deimos y Violet, Marcus y Lyria se fueron en de los Castier. En la plaza ya había guardias de ambas naciones cuidando el área debido a la gran cantidad de gente que se encontraba ahí. Nuevamente mis manos comenzaron a temblar mientras nos bajábamos de los carruajes, tuve la tentación de esconderlas de nuevo, pero la mano de Deimos rápidamente tomo una de las mías. Me congelé completamente.

El heredero a la corona de Albanis tuvo que guiarme en dirección a donde ya nos esperaban los demás. Yo en lo único en lo que podía pensar era en su mano alrededor de la mía y las sensaciones que esto despertaba en mí. También pensaba en lo que significaba este gesto. La mano solo se le daba a una persona que ya era tu pareja.

Él lo estaba haciendo en frente de toda mi nación. El mensaje era alto y claro, sin decir una sola palabra le estaba informando a todo el mundo sobre nuestra relación. Las noticias viajan sumamente rápido, para el día de mañana todo el mundo sabría de mi relación. Incluyendo a la familia Leridon.

Los niños que comenzaron a acercarse a nosotros hicieron que saliera de mi estado de shock y que les prestará atención. Me causaba mucha risa que eso fuera una constante en todos los reinos, los pequeños eran incontrolables. Ellos no seguían protocolos, iban por la vida divirtiéndose y riendo. Creo que esas eran las razones por las que yo disfrutaba tanto estar a su lado. Una pequeña comenzó a jalar mi mano libre en busca de mi atención. Yo no tarde en bajarme a su altura para poder ver que necesitaba.

-Princesa – me susurró muy cerca de mi oído. Yo me acerque al suyo y le dije de la misma manera "mande"

-Su novio es muy guapo, aunque parece estar enojado – mi risa llamo la atención de todo el mundo. Y la niña no tardo en comenzar a reír también.

-En serio crees que es muy guapo? – le pregunte en un susurro. Y ella asintió. Una sonrisa apareció en mi rostro hasta que me di cuenta de que no se me había hecho raro ni difícil el tema de admitir que Deimos era mi novio. Mi sonrisa desapareció un momento, esto hizo que la niña me mirará extrañada y que el príncipe de Albanis se acercará inmediatamente a mí.

El diamante de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora