Capítulo 12

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El cielo y el infierno.

Narrador:

Boston / 1995

Tessa Hearts terminó de acomodar su cabello en la posición perfecta para que ningún cabello rebelde saliera de el. Debía verse perfecta, la ocasión lo ameritaba, por fin tendría una cita con su príncipe azul.

Eric Hearts.

El joven millonario más cotizado de Nueva York. La chica pelinegra se sorprendió bastante cuando su padre le comentó que el mismísimo Eric le había pedido una oportunidad para salir con ella.

Tessa se sentía la más afortunada del mundo, no podía creer que alguien tan elegante e importante como Eric podía fijarse en ella.

Siempre subestimó su propia belleza, era ciega cuando se trataba de ella, no era vanidosa, tampoco egocéntrica, era una jovencita inocente que creía que su belleza solo era exterior.

Hearts se dio cuenta que no. La noche que la vio por primera vez, en aquella gala, sintió la necesidad de hacerla suya porque era la mujer más hermosa que sus ojos habían apreciado.

—Señorita Clayton— el mayordomo de la mansión la llamó— El señor Hearts la está esperando.

—Bajo en un momento.

Mientras tanto en Nueva York.

—¡Otra ronda! — gritó el hombre ebrio con su grupo de amigos borrachos en una mesa.

—¿Acaso no se irán nunca? — se quejó Clary amarrando en una cola su cabello rubio.

—No lo creo, querida y es mejor que vayas y los atiendas ya mismo.

Rodeó los ojos con cansancio, estaba harta de ese maldito trabajo. La paga era mala, el lugar despreciable, los clientes le faltaban el respeto y la obligaban a trabajar horas extra.

Clary caminó hacia la mesa de borrachos y recogió los tarros vacíos, regresando a la barra y llenándolos de nuevo.

—Disculpe, señorita— la dulce voz de un chico castaño llamó su atención— ¿Podría traerme una cerveza?

—Claro, solo atiendo esta orden y regreso con usted.

El chico sonrió agradecido, Clary le devolvió la sonrisa y fue a dejar los tarros a la mesa de hombres.

—Gracias, preciosa— el chico estrelló su mano contra el trasero de la rubia, ganándose risas de sus amigos, Clary cerró los ojos y reprimió las ganas de darle en la cara con la bandeja de metal que llevaba.

Los ignoró y regresó con el castaño.

Boston.

Al entrar a la lujosa limusina, Tessa le dedicó una sonrisa tímida a Eric, quien la veía con esa mirada deseosa y una sonrisa que fingía la misma inocencia, pero que en realidad estaba llena de perversidad.

—Señorita Clayton— tomó la mano de la joven y la besó, sin apartar la mirada— un gusto verla. Gracias por aceptar mi invitación.

—No podía rechazarlo, es un honor para mí estar junto a usted esta noche. Además de que viajó desde Nueva York solo por mí.

—Y valdrá la pena, se lo aseguro— el auto arrancó, Eric y Tessa conversaron todo el camino, lograron formar un vínculo especial en menos de 30 minutos, él no dejaba de adorarla y ella, no dejaba de adularlo.

Lo hacía inconsistente, pero Tessa no sabía que terminaría haciéndolo por el resto de su vida, hasta el último momento.

—¿A dónde iremos? — se atrevió a preguntar.

La reina de las constelaciones (completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora