Capítulo 60, parte 2

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Libres.

Narra Evangeline:

Luego de que el juez diera un pequeño receso de veinticinco minutos, nos dirigimos a la cafetería para tomar agua y picar un poco de comida para apaciguar los nervios.

Mark se apareció y me buscó para preguntar todo lo que había pasado dentro.

—No puedo creer que Colín defienda a papá— le pegué un mordisco a la quesadilla, con resignación y cansancio.

Ni siquiera había pasado una hora y me sentía tan agotada, en el sentido mental y físico. Y eso sin siquiera haber pasado a declarar.

—Es irrelevante, seguro tu padre le pagó una buena suma o en el peor de los casos lo amenazó para que aceptara.

—No lo sé, Mark, quizá realmente me odia por lo de William.

Podía darme cuenta de que cada vez que el nombre de mi ex novio salí de mis labios, Mark disimulaba una mueca de desagrado y no es que me molestara, pero no entendía porque. Él tenía la libertad de mencionar a sus exes, a mí no me interesaban ellas... aunque eso me llevó a recordar que Evelyn estaba presente en el juicio.

¿Mark tendrá idea?

No, él me lo hubiera dicho.

Quizá debería contárselo.

—Evelyn vino.

O quizá me equivoqué. Mark no se sorprendió para nada, a penas y frunció los labios como reacción, me quedé callada viéndolo fijamente, esperando a que se dignara a decir algo al respecto o por lo menos, a mentirme en la cara.

—Si... uhm, la vi antes de venir aquí.

—¿Hablaste con ella? — aclaro que, no son celos, es curiosidad.

No tengo el derecho mínimo de sentir celos por Evelyn, el único sentimiento que tengo permitido es la vergüenza; luego de arruinar el mejor día de su vida y robarle a su prometido, es mejor que tenga en claro quien sigue siendo la verdadera afectada.

—No. No me vio y aunque lo hubiera hecho, no puedo darle la cara después de lo de Grecia.

Hice un esfuerzo para no hacer la pregunta, me mordí la lengua, intenté sellarme los labios... pero necesitaba hacerla.

—¿Tu aun la quieres? — no lo dije con tristeza, inseguridad o miedo, de nuevo era la curiosidad.

Yo sabía que Mark me amaba, lo sabía y no lo dudaría nunca más, se aventuró a una misión casi imposible por mí y eso me asegura que su amor por mí es igual de inmenso que las estrellas, y tampoco iba a enojarme o reclamarle si en el fondo aún tenía sentimientos por Evelyn. Por Dios, él se iba a casar con ella, se ganó su lugar en el corazón de Mark.

—Eva...

—No es un reclamo, solo quiero saber. Tu respuesta no cambiará nada, ni conmigo ni con ella.

Mark buscó las palabras adecuadas para decir la verdad.

—Antes de ser mi prometida, fue mi novia y antes de ser mi novia, fue mi amiga; creo que no llegué a amarla, pero... te mentiría si te dijera que ya no siento nada por ella. Y no me malinterpretes, eso que siento no es amor, no es necesidad de estar con ella, no se cruza en mi cabeza a menos que sea para recordar la imagen de su mirada rompiéndose en mil pedazos cuando la abandoné en el altar, pero yo la quería... yo la apreciaba, Evangeline y no puedo ni tampoco sé cómo dejar de sentir culpa por lo que le hice.

Eso estaba bien para mí.

Valoraba mucho la honestidad de Mark, significaba demasiado que tuviera esa confianza conmigo, una confianza que hace mucho habíamos perdido, pero supimos recuperar con el paso del tiempo.

La reina de las constelaciones (completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora