Capítulo 47

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Rojo.

Narra Evangeline:

Luego de una cena, llena de bastante tensión y que Mark mandara a todo el personal de la casa a sus respectivos hogares dentro de la isla, mientras él tomaba una ducha, desempaqué algunas cosas de la maleta y las guarde en el ropero, acomodé las sábanas y almohadas de la inmensa cama y espere hasta que él saliera del cuarto del baño.

Salió envuelto en una toalla, con el cabello húmedo y olor a menta fresca.

Tomé una bolsita con mis cosas y la secadora y pasé a su lado, antes de llegar a la puerta, me tomó desde atrás por la cintura y comenzó a besarme el cuello.

—Oye, eso no es justo.

—¿Por qué no entraste conmigo? Hubiéramos ahorrado agua y tiempo.

—Será luego, me ducharé rápido y secaré mi cabello en un abrir y cerrar de ojos. Luego estaré contigo en esa cama durante toda la noche.

A regañadientes me dejó ir, no sin antes darme una nalgada que me hizo reír.

Entré al baño y cerré con llave, me quité el vestido, el maquillaje y entré a la ducha, el agua caliente relajó mis músculos y dejé que mi cuerpo se llenara de paz, después de tanto, esta noche dormiría como un ángel.

Al terminar de bañarme, salí de la ducha, me lave los dientes y seque mi cabello, procedí a abrir la bolsita donde llevaba mi arma secreta.

Cuando regresé de Londres, Charlotte me sorprendió con un regalo de cumpleaños, uno que nunca ocupé, que se mantuvo en lo más adentro de mi habitación por muchos meses hasta el día de hoy.

Una bella lencería roja bastante reveladora.

Cuando estuve lista frente al espejo, con el cabello suelto, sin nada de maquillaje y con el conjunto puesto, no pude evitar sentirme hermosa... pero de pronto el amargo recuerdo que Gia Vognati invadió mis pensamientos.

Di un paso hacia atrás y negué, tratando de mantener mi sonrisa mientras la vista se me nublaba.

—No— dije para mí misma, conteniendo la calma.

Esto era diferente, porque al momento de salir del baño y encontrarme con Mark, él me tocaría con mi permiso, me besaría porque yo quiero besarlo, me haría muchas cosas indecentes, pero todas con un respeto hacia mi persona.

Mi Mark jamás me haría daño.

Cuando por fin salí a la habitación, Mark estaba de espaldas, buscaba algo en su maleta y no llevaba nada además que un pants de dormir.

—Eva, ¿Podrías prestarme el cargador de tu teléfono? Creo que olvidé el mío— se dio la media vuelta aun sin mirarme— ah, olvídalo aquí es...

El aparato se le cayó de las manos al momento en que sus ojos se detuvieron a recorrerme.

—¿Valió la pena la espera?— me recosté en la puerta mientras lo veía con una sonrisa pícara.

Mark se quedó pasmado, con la boca abierta y los ojos de par en par, caminé hasta él y pasé mis brazos sobre sus hombros, sus manos buscaron mis caderas desnudas y tragó saliva.

La reina de las constelaciones (completa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora