17 - Clases de vuelo

791 101 1
                                    


A la tarde siguiente, Draco y Harry vuelven a la mansión Malfoy, esta vez sin la presencia de Azrael, el cual había avisado al moreno mediante una parca que no había conseguido terminar con todo el trabajo y no podía dejar la oficina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la tarde siguiente, Draco y Harry vuelven a la mansión Malfoy, esta vez sin la presencia de Azrael, el cual había avisado al moreno mediante una parca que no había conseguido terminar con todo el trabajo y no podía dejar la oficina.

Esta vez, Tom y Lucius les esperan en la entrada de la mansión.

—¿No has logrado guardar tus alas?

—Hola Tom, estoy bien, gracias por preguntar —Harry rueda los ojos, irónico.

—Nos vimos ayer, Potter —Tom chasquea su lengua, divertido por el tono del menor—. Parece que pasar tanto tiempo con el joven Malfoy le está haciendo mal, está más dramático que de costumbre.

Draco entreabre su boca, ofendido por las palabras del Lord. Tom no conoce a Harry, el moreno es el triple de dramático que él y su padre juntos.

—Vayamos donde ayer, tenemos una larga tarde por delante —Tom suspira y empieza a caminar en dirección al jardín.

Vuelven a pasar frente el trecho de los pavos reales y Harry puede apreciar aún mejor todas las comodidades que estos tienen. El lugar cuenta un total de quince grandes y cómodas camas, una por cada pavo real del recinto vallado. También cuenta con quince grandes y plateados cuencos de comida para cada uno, una pequeña piscina para que beban y remojen sus plumas si así lo desean y un amplio techado para que se cubran de la lluvia.

—Viven mejor que yo cuando vivía bajo el techo de tía Petunia —todos logran escuchar las palabras del menor, provocando que les arda la sangre, furiosos con los muggles que han maltratado durante años a Harry.

Siguen su camino hasta que se detienen en el trecho vacío de ayer.

Tom vuelve a colocarse en el centro, quitándose la camisa.

—Bien. Te enseñare a guardar las alas, presta atención —Tom extiende su brazo—. Al principio necesitaras una pequeña ayuda para poder guardarlas sin que tardes horas —el castaño aprieta su puño dos veces y de su espalda salen dos majestuosas alas blancas—. Cuando tuve que aprender a sacar mis alas fije mi ayuda en mis manos, hile la conexión entre apretar mis puños y mis alas —Tom vuelve a apretar su puño, esta vez una sola vez y las alas desaparecen—. Piensa en alguna parte de ti que suelas utilizar con frecuencia y luego conecta a ese pensamiento una función para tus alas, ya sea guardarlas o sacarlas.

—Copiare lo de los puños —Tom había hecho parecer que apretar sus puños era la manera más fácil de sacar y guardar sus alas.

—Como veas —a Tom le daba igual la ayuda que usara Harry, únicamente quería acabar con todo esto lo más rápido posible y no volver a dejar ver su parte hada nunca más.

Harry cierra sus ojos y piensa en sus alas, piensa en cómo estas se esconden cuando aprieta su puño una única vez. Aprieta su puño, pensando únicamente en sus alas escondiéndose, imagina la sensación de estas desapareciendo de su espalda, en la falta de su peso...

Dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora