Después de la muerte de Sirius, Harry es enviado de vuelta con sus tíos.
Encerrado en si mismo, sin hablar con nadie, pasa su decimosexto cumpleaños solo, o eso es lo que el cree hasta que el ente se revela ante él.
Una propuesta interesante por par...
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Harry corre tras Naruto.
Va más rápido que los demás y le preocupa, le preocupa mucho.
Desde que han salido de la aldea Naruto no ha dicho ni una palabra, y eso es raro viniendo del rubio, normalmente no suele callarse nunca.
Pero lo que le preocupa aún más son sus ojos, son rojizos. Harry nunca había visto al rubio tan fuera de sí.
Sakura y Kakashi parecen saber qué le pasa a Naruto, pero Harry no. Lo único que sabe es que el rubio es uno de los chicos que Muerte quería que protegiera, y el más importante de todos.
No sabe nada más y le frustra.
Odia no saber qué pasa, pero aun así no pregunta, no es el momento.
Tardan tres días en llegar hasta la aldea oculta de la arena, por el camino se topan con Kankurō, al que encuentran envenenado sobre un árbol.
Nada más llegar a la aldea oculta de la arena, Harry le hace una rápida evaluación sin que nadie lo note y deja pequeñas pistas a Sakura para que pueda preparar un antídoto a tiempo.
En momentos como este, Harry piensa que los hechizos de Madame Pomfrey son mucho más útiles de lo que pensaba cuando estaba en Hogwarts. Si la vuelve a ver se asegurará de agradecerle por ello.
Una vez Kankurō está estable, el equipo 7 abandona la aldea secreta de la arena para ir en busca de Gaara.
Por el camino, Naruto vuelve a ir delante de todos, pero esta vez Harry no lo deja solo.
Aumentando su velocidad como puede, llega hasta el lado del rubio, e ignorando las miradas alarmadas de su sensei y amiga, agarra una de las manos del rubio.
Para sorpresa de los otros dos, los ojos de Naruto vuelven a su color natural.
Eso le da confianza a Harry, por lo que decide agarrar con más fuerza la mano del rubio y seguir a su lado.
Bastante tiempo después, llegan frente a una cueva bloqueada por una gran piedra y un sello en el centro de esta.
Kakashi tarda poco en descifrar la manera de romper el sello, pero tienen un problema, no son suficientes.
¿O sí?
El equipo de Neji llega justo a tiempo para ayudarles.
—¿Harry? —Neji había salido a una misión la noche en que Harry y el habían aclarado como se sentían respecto al otro.
—Neji —sin poder evitarlo, el moreno suelta la mano del rubio y se lanza a abrazar con fuerza al oji perla.
Nadie nota como los ojos del rubio vuelven a ponerse rojos, pero esta vez por motivos muy distintos a los primeros. Ni siquiera Naruto es consciente del cambio de estos.
